Cultura

La eclosión de la colección

  • Los volumenes tres y cuatro consagran a la saga y sirven a la Caja para realizar una perfecta comunión entre público y villancico · Tío José de Paula se convierte en la única peña en grabar durante 30 años

El éxito de la segunda entrega de Así Canta Nuestra Tierra en Navidad no hizo sino estabilizar el proyecto iniciado en 1982 y que a partir de entonces adquiere un protagonismo preferencial en la Caja de Ahorros de Jerez.

Las sucursales eran un hervidero de gente con la llegada del mes de diciembre, todos deseando descubrir los nuevos villancicos de la serie. "La Caja, sobre todo de cara a los jerezanos, ganó en imagen y se reforzó notablemente", comenta Paco Izquierdo, director de márketing de la entidad en aquel tiempo y uno de los ideólogos de la saga.

La llegada de 1984 va a traer consigo una novedad importante con respecto a las anteriores ediciones de la colección, la ausencia de Juan de la Plata. El periodista jerezano, que hasta entonces había sido decisivo en la recopilación de villancicos y en la puesta en marcha del denominado Coro del Aula de Folklore de la Cátedra de Flamencología, no participa en la tercera entrega por desavenencias entre las partes.

Su ausencia, pues hasta ahora había sido uno de los hombres fuertes del proyecto junto a Juan Pedro Aladro y Manuel Parrilla, obliga a la Caja de Ahorros de Jerez a dar un golpe de efecto para que la colección no pierda calidad alguna.

De este modo, y tras muchos quebraderos de cabeza, la apuesta definitiva la avala Mariano Ruiz Carretero y se llamará 'Peña Tío José de Paula', que será la única entidad que durante los 30 años de la serie grabe como tal.

De forma consensuada se consigue un grupo potente en el que solamente continuarán, con respecto a los dos anteriores volúmenes, el citado Parrilla de Jerez con su guitarra, La Macanita, Mercedes Fernández, Mari Carmen García, Tomás Torre 'Torrito', Fernando Torre y Gregorio Fernández. Las caras nuevas serán entonces José Vargas 'El Mono', Fernando y Curro de la Morena, Manuel Soto 'El Sordera' y Juan Morao (que únicamente participó como guitarrista en esta edición).

El verano vuelve a ser punto de encuentro de artistas en los estudios Alta Frecuencia de Sevilla para grabar diez nuevos temas (El salga usté; Estaba Santa María; El maldito Calderero; La Tarara; Ay que oló; Tonadas viejas; Madroños al niño; Que ya por aquí, que ya por allá; Cantaba José; y Los gitanos y los pastores -fiesta por bulerías-).

La personalidad que irradian voces como las de Fernando y Curro de la Morena, El Mono y sobre todo El Sordera convierten a este tercer volumen "en el más flamenco de la colección", apunta Juan Pedro Aladro.

Además, en palabras del productor, en esta tercera entrega sobresale otro nombre propio, el de Parrilla de Jerez. A su juicio, el guitarista "se llevó cada villancico al sitio justo", y admite que al igual que la colección, Parrilla "crece a la misma velocidad, demostrando así lo gran músico que era. Era una persona especial, muy artista".

De todos los villancicos grabados sobresalen la chanza burlesca del Maldito carderero, una adaptación exquisita del romance que realiza Curro de la Morena por bulerías. Su personalidad engrandece la grabación hasta hacerla irrepetible. Tampoco podemos olvidarnos de La Tarara, repleta de sátira y ternura, o Estaba Santa María, recordado hoy a través de Tío Parrilla.

La intrahistoria de la tercera grabación engloba también la aportación de José Vargas 'El Mono', gitanísimo en el villancico Cantaba José, una vieja canción que el santiaguero interpreta a petición propia "porque lo había escuchado de toda la vida en su familia", relata Aladro, y cuyo sonido posee resquicios de viejas alboreás. De éste último, el propio productor admite que "es el mejor festero que ha tenido Jerez en un par de generaciones".

Igual de curioso es el popurrí de 'Tonadas viejas' que aglutina a aquellos villancicos de letras picantes que durante la dictadura franquista sufren tremendas modificaciones en su contenido (como se puede comprobar en algunas grabaciones de Lola Flores, por ejemplo), pero que para la ocasión y después de un gran trabajo de adaptación por parte del grupo, recupera su esplendor. Hablamos de El Curita, La Micaela y ElRío de Cartuja, "villancicos que tuvimos que cortar porque eran muy largos y temíamos caer en la monotonía", explica Aladro, y que destacan por su extraordinario compás y viveza musical.

Cuenta Fernando de la Morena que aquel disco "se grabó en un ambiente maravilloso, Parrilla incidía mucho en las cosas y sabía perfectamente a quién le iba cada villancico, por eso salió tan buen producto".

El jerezano recuerda con especial cariño el villancico 'Los gitanos y los pastores', porque "suena a Jerez puro, es una bulería con mucho regusto".

No era para menos porque estamos ante un fin de fiesta enciclopédico, con el compás de La Macana, Fernando y Curro de la Morena, El Mono y un punto y final de Sordera en el que mete por fiesta "Los caminos se hicieron" de manera impecable.

Tal fue el calado de la colección en el tercer año de vida que este volumen abandonó el escenario habitual de presentaciones, el auditorio de la Plaza de las Marinas, para hacerse en el propio Teatro Villamarta. "Se tuvieron que hacer varias sesiones y en el estreno el fin de fiesta por bulerías fue apoteósico, todo se improvisó poniendo al teatro en pie", relata Paco Izquierdo.

Esta tercera grabación cuenta con el prólogo literario de Manuel Ríos Ruiz, la portada la ilustra Manuel Muñoz Cebrián y como en los anteriores cuenta con el listado de letras de todos y cada uno de los villancicos. Además, la consistencia del proyecto se manifiesta en otro dato, el aumento del número de ejemplares. En esta ocasión se editan 2.000 cassettes, quinientos más que en el segundo, y 500 discos de vinilo, cincuenta más que un año antes.

Pese a la buena experiencia con la Peña Tío José de Paula y el grupo conformado en torno a ella, la cuarta entrega de Así Canta Nuestra Tierra por Navidad, grabada en 1985, vuelve a traer novedades. La Caja recurre nuevamente a la Cátedra de Flamencología, aunque esta vez para continuar utilizando su nombre para el coro, que seguirá denominándose Coro del Aula de Folklore de la Cátedra de Flamencología, a cambio de una contraprestación económica. Así, repiten voces como las de La Macanita, Mari Carmen García, Mercedes Fernández, Torrito y Fernando Torre (estos dos últimos no habían participado en el tercero y si en los anteriores), amén de la zambomba de Gregorio Fernández y la guitarra de Parrilla.

Las dos caras nuevas serán Moraíto y Ángel Vargas, dos nombres que de cara al futuro de la colección van a contar con peso específico.

El caso de Ángel Vargas esconde una historia cuanto menos curiosa. Posiblemente a día de hoy nadie discutiría a la que ha sido una de las voces más singulares de la colección con villancicos como 'Niño Chiquetito' o 'Pastores que pastorais', pero lo cierto es que su aparición a la saga resultó toda una anécdota. "Yo trabajaba para la Caja de Ahorros montando exposiciones y una vez, estando en Los Claustros nos quedamos todo el día. A la hora de comer nos tomamos unas copitas y el encargado me dijo: 'Ángel, canta un poquito'. Resultó que allí estaba Juan Pedro Aladro, le gustó mi manera de cantar y me llamó a través de Parrilla para grabar".

Moraíto, por su parte, va a desempeñar un papel fundamental a partir de este número, primero como complemento de Parrilla y años más tarde, tras la salida del veterano tocaor, como su sucesor en el apartado musical. Sin haber cumplido los treinta años, Morao encaja a la perfección en el ambiente diseñado por Aladro, no sólo por su calidad como guitarrista sino también por su calidad humana.

"Era una persona que creaba ambiente, al igual que Gregorio Fernández, siempre estaban de guasa y eso servía para quitar seriedad al asunto", admite Aladro. "Recuerdo que cuando se acercaba el verano y lo llamaba y me decía ' ya está aquí la movida de los villancicos', continúa entre risas.

"Moraíto era un ser único. Pasé mucho tiempo viajando con el grupo por aquello de que bajo mi puesto de relaciones públicas organizaba las actuaciones y presentaciones. En los ensayos contrastaba la seriedad de Parrilla con el humor de Manuel", señala José Soto Ríos.

"Morao le decía a Parrilla 'lo que usted diga, mi capitán', siempre estaba de guasa, pero Parrilla confiaba mucho en él y permitía que tanto él como yo nos pusiéramos a veces a contar chistes", recuerda Gregorio Fernández.

El cuarto volumen transcurre por los mismos cánones que el resto, es decir, con doce temas (la mayoría de ellos romances) en el que el último responde a un fin de fiestas por bulerías. Hablamos de El melo, melo, El cura no va a la iglesia, La pícara de mi suegra, La monja y el sangrador, Tío Andrés, El ay, ay, ay; La pava, el Pollo, Zagalillos del Monte; El Carro y el cascabel; Padre cura, mi marío; y Sin estrellas y sin luna (nochebuena por bulerías).

De ellos, brilla con luz propia la interpretación que realiza Torrito en 'La monja y el sangrador', donde queda patente su ángel y esa gracia que lamentablemente cada vez queda menos en nuestra sociedad; y también el 'Melo, melo', sin duda, uno de los villancicos que más han calado entre la gente de a pie.

Como el resto, el éxito fue abrumador, dejando la puerta abierta para lo que vendría los dos años posteriores, el huracán Paquera.

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