La joven de la perla, el famosísimo cuadro pintado en 1665 por el holandés Johannes Vermeer, se somete desde el lunes a una minuciosa radiografía en el Museo Mauritshuis de La Haya, un estudio científico cuyo objetivo es sacar a la luz los misterios más recónditos de un lienzo que no ha dejado de fascinar con el paso de los siglos. Joris Dik, profesor de materiales en el arte y la arqueología en la Universidad de Tecnología de Delft, afirma que la diferencia entre el anterior proyecto de investigación -realizado en el ya lejano 1994- y el actual es básicamente, explica gráficamente, "como mirar a la luna con un telescopio o con el Hubble desde el espacio".

Lo que se descubrió hace casi 25 años, en esa primera investigación, fue que la base negra del dibujo es "muy peculiar", porque "no sólo es un fondo oscuro, sino porque tiene una cobertura fina de un verde traslúcido que no se reconoce a simple vista y que precisamente tiene el objetivo de dar un reflejo al negro de fondo, para que sea tan oscuro como sea posible", explica el profesor. Ese verde es lo que hace que la joven "mire a su público, girada hacia un lado, y con la vista procedente de un fondo totalmente oscuro".

El objetivo de esta nueva investigación, bautizada como La joven, en el punto de mira, consiste sobre todo en averiguar con exactitud qué materiales usó Vermeer para pintar la obra, más concretamente "investigar el lienzo, los pigmentos y el aceite" que utilizó el maestro holandés en 1665, pues el cuadro no requiere "de una mayor restauración" ya que se encuentra en perfectas condiciones de conservación. Para ello, se utilizarán tecnologías como los rayos X fluorescentes, infrarrojos, tomografía de coherencia óptima y microscopios digitales que permiten hacer un perfil en tres dimensiones del primer plano del dibujo. El equipo científico trabajará se ha propuesto que la obra, conocida también como la Mona Lisa holandesa, se convierta en "una de las obras de arte mejor documentadas del mundo".

Los expertos trabajarán a la vista de los espectadores más curiosos, que podrán observarlos detrás de una cristalera que rodea la estructura especial levantada en el corazón del museo holandés para albergar este centro de investigación temporal. Los trabajos finalizarán el 11 de marzo, aunque no se espera que termine el análisis de los resultados hasta dentro de un mínimo de seis meses.