Cultura

"Un escritor no llega al Olimpo; se sienta a escribir y lo hace lo mejor que puede"

  • El narrador y poeta argentino sumó hace una semana a su palmarés uno de los premios más importantes del panorama literario en lengua española, el Alfaguara, por la novela 'El viajero del siglo'

El pasado lunes 23, su padre, dos horas después del fallo del premio Alfaguara, seguía sin poder hablar con él. "El teléfono... tiene la bandeja de entrada llena", presagiaba el contestador del escritor argentino afincado desde su adolescencia en Granada. Y, al igual que los felices ganadores del Gordo de Navidad, Andrés Neuman dedicará el dinero del premio "a terminar de pagar la hipoteca".

-¿Qué se siente al entrar en el Olimpo literario que han custodiado escritores como Carlos Fuentes o Mario Vargas Llosa?

-Un escritor no llega al Olimpo, sólo se sienta a escribir y lo hace lo mejor que puede. Además, yo creo que se escribe precisamente contra el Olimpo, sobre las cosas pequeñas, las cosas terrenales y las cosas sencillas que se vuelven misteriosas. Por eso, el Olimpo es una palabra que me resulta hasta grotesca. No he entrado en ninguna morada de dioses, simplemente he conseguido tener un poco más de lectores gracias al premio. Además, en segundo lugar, podré terminar de pagar la hipoteca. De Olimpo nada.

-Dice que ha intentado mirar al siglo XIX con la perspectiva del XXI. ¿Algunos políticos deberían comprar sin falta el libro?

-Claro, es que algunos políticos hacen lo contrario, mirar al presente con ojos del siglo XIX. A lo mejor algún ayuntamiento está haciendo eso. Pero yo no soy nadie para decir que esto es un manual. Hasta ahí puedo leer. Lo que sí puedo decir es que la ciudad ficticia del libro no pretende ser Granada, aunque tiene mucho de ella.

-El jurado destaca su "ambición literaria". ¿Es quizás la única ambición lícita?

-Sí, por lo menos a la que más sentido tiene dedicarle una vida. En mi caso, desde niño siempre he querido dedicar mis días a la escritura, y eso lo he hecho antes de ganar un premio, durante y después del Alfaguara. Es un compromiso con la literatura misma. El jurado ha creído percibir un compromiso con la literatura, con el lenguaje, con la imaginación... Yo, ante esto, sólo puedo estar satisfecho y muy agradecido.

-Se presentó al premio bajo el seudónimo de Von Staedler. ¿Significa algún guiño?

-Bueno, es un ensayista alemán que me he inventado, que nunca existió y que espero que alguien crea que existió. Me pareció divertido utilizar un seudónimo de alguien que ni siquiera existió, lo que no deja de ser un seudónimo al cuadrado.

-Su novela trata sobre el multiculturalismo, las diferencias lingüísticas... Y además, con un jurado presidido por Luis Goytisolo, es casi cerrar la cuadratura del círculo.

-La verdad es que sí. Lo bueno es que el jurado no se supo hasta el final y me ha parecido una coincidencia maravillosa.

-¿Por qué ha decidido ambientar su novela en la Alemania posterior a Napoleón? ¿Pocas cosas tan literarias como el mundo patas arriba?

-Exactamente. Europa estaba en crisis y decidió aliarse en torno a valores conservadores, y me parece que es un poco lo que está pasando ahora en nuestra sociedad. Es más bien una novela futurista que sucede en el pasado. No es histórica al uso porque no narra un acontecimiento histórico real, aunque está la historia de la Europa de la Restauración.

-El protagonista, un emigrante que se queda en una ciudad en la que sólo iba a estar de paso, ¿es su álter ego?

-No procuraba que fuera un alter ego, pero el personaje sí tiene una experiencia de aclimatación a un lugar distinto parecida a la que yo tuve. Es más bien una reflexión sobre la condición del extranjero y el mestizaje cultural. Hans es un personaje de frontera, y yo me siento un poco así también.

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