Cultura

+31, cinco formas de concebir el arte

  • Manuel Cano, Candi Garbarino, Lita Mora, Antonio S. Alarcón y Miguel Ángel Valencia se reencuentran tres décadas después

Cádiz, como punto de partida y nexo de unión. El arte, como medio de comunicación. Y el paso del tiempo, como eterno testigo de la evolución de la obra de los cinco artistas que hoy exponen +31, que son justo los años que han pasado desde que Manuel Cano, Candi Garbarino, Lita Mora, Antonio S. Alarcón y Miguel Ángel Valencia fusionaran su obra en la primera colectiva que protagonizaron en el Colegio de Arquitectos de Cádiz.

Tres décadas y un año después han retomado aquel proyecto que titularon 5 pintores en, de, sobre Cádiz y lo han trasladado al tablero del arte actual, desde el Centro Unicaja de Cultura (CUC), donde ayer inauguraron +31, en un concurridísimo acto que fue presentado por Dolores Cano, directora general de la Obra Social de Unicaja, y Emilia Garrido, comisaria de la exposición.

Una muestra donde la veteranía se enfrenta de cara con la frescura de una obra -un total de 42 creaciones- que fue y sigue vigente. Cinco potentes manifestaciones artísticas con nombre propio, que funcionan juntos, pero no revueltos, enmarcado en un mismo espacio, pero donde cada artista disfruta del suyo propio. Y así se ha dispuesto en un discurso consensuado entre todos sus artífices, explica Miguel Ángel Valencia. Una muestra dividida en tres espacios, los tres ambientes que integran la sala del CUC, en la que se muestra la evolución de cada autor de forma individual y en su conjunto, pero de tres formas distintas.

La primera sala, donde tuvo lugar el acto inaugural, se articula con la confrontación que cada autor ha hecho de una pieza realizada en 1984, junto a otra de reciente producción.

La misma pieza titulada Souvenirs Cádiz que Valencia exhibió en la muestra del Colegio de Arquitectos, una puerta por cuya mirilla se accede a imágenes de Cádiz a modo de postal y con la música por alegrías de fondo, puede ser el perfecto comienzo de este recorrido. Junto a ella una obra reciente, igualmente bañada de colores vivos, titulada Sensus Vitae.

A partir de aquí, cada artista se muestra tal y como era y como es. Manuel Cano deambula hacia su faceta más abstracta desde la obra Aljibe (1988) a su pieza Ventana en la medina, mientras que Lita Mora -que no pudo acudir ayer por motivos profesionales-, depura su técnica, con un imponente San Miguel pictórico realizado en los 80 que transforma a la actualidad, en un pequeño lienzo enmarcado en un marco eclesíastico de rocalla.

Candi Garbarino, por su parte, sigue ahondando en el simbolismo temporal que supone la arqueología, a través del arte. Una gran pieza escultórica del posible esqueleto de una gaviota prehistórica, da paso a esta reflexión constante en su obra, que en la actualidad disgrega en el políptico Gaviota madre Argentea.

Por último Antonio S. Alarcón, indaga en lo que denomina Se acabó el paraíso. Él mismo explicaba ayer que para esta exposición ha tomado una serie de grabados de los años sesenta y setenta de paisajes idílicos que "no corresponden con la realidad". De ahí su afán por destruirlos y reconstruirlos en esta faceta más actual de una obra con la que "estoy muy contento".

Un inciso que Sánchez Alarcón hizo durante el recorrido en el que Miguel Ángel Valencia hizo de cicerone. Fue él quien dio sentido al mural color púrpura que protagoniza la sala dos, con el que han querido mantener la esencia de Cádiz en la muestra actual. En él se mezclan más de 40 papeles propios de la mesa del estudio, junto a fotografías de entonces empaquetadas o de las mismas piedras pintadas recogidas en aquella época. Una sala en la que se entremezclan toda una serie de piezas realizadas en el transcurso de toda su trayectoria profesional.

Y en la última sala, sus propuestas más frescas dispuestas en cinco áreas diferentes, de una forma muy visual y depurada. Sorprende el gran abanico desplegado por Garbarino del titulado Epitafio. Dracaena Draco, vinculado una vez más a la temporalidad de una especie, el drago, que va desapareciendo.

La pieza de Cano lo muestra en su faceta más desconocida, de pura abstracción, en la pieza Tapiz para Candi. Lita Mora presenta el último estadio de sus seres mitológicos en Taxonomía de los seres imaginarios, así como Antonio S. Alarcón trabaja una serie de bodegones en viejo dorado de pincelada suave y pastel. Por último, Valencia muestra la evolución de los mismos símbolos, como el alfabeto fenicio, inmerso en la tecnología del momento, hasta llegar a sus últimos trabajos basados en en el sonido de la tierra.

Cinco formas de comprender el arte, de entenderse desde el arte, a lo largo de tres décadas.

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