Diario De las artes

Aquella fuente-reloj china

HACÍA pocas semanas que, por fin, las autoridades chinas habían decidido devolverle el pasaporte y romper la prohibición de abandonar el país que, desde 2011, cuando fue detenido, pesaba sobre el más importante artista chino de la actualidad, Ai Weiwei, y que lo mantenía en arresto domiciliario; podría con ello viajar a Londres y asistir a la inauguración de su gran retrospectiva en la Royal Academy of Arts de la capital londinense. La presentación de esta muestra coincidía en el tiempo con otra en el CAC Málaga. La sagacidad de Fernando Francés se ponía de manifiesto una vez más, haciendo que llegara a la capital malacitana una muestra de uno de los artistas más influyentes del mundo, tuviese su unánime repercusión mediática y pusiera el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, de nuevo en la primera línea de la plástica contemporánea internacional. Ai Weiwei no pudo asistir a la inauguración malagueña pero parece que ha confirmado su visita durante la exposición en el antiguo espacio del Mercado de Mayoristas. Doble éxito para una institución y para una ciudad que es absoluto referente en el arte no sólo de España.

La muestra con las doce cabezas del zodiaco chino - serpiente, mono, gallo, cerdo, rata, buey, tigre, conejo, dragón, caballo, mono y perro -, creada en el año 2010 y presentada, con éxito arrollador, en muchas de las principales ciudades de América, pero nunca, hasta ahora, en ninguna europea, tiene una más que atractiva referencia histórica. En la Segunda Guerra del Opio, 1860, las tropas francesas y británicas, arrasaron el palacio de verano Yuanmingn Yuan en la zona norte de Pekín, saqueando todo lo que encontraban a su paso, sobre todo, piezas de cerámica. Existía en dicho palacio un bellísimo jardín con una exquisita decoración, entre ésta destacaba una espléndida fuente-reloj donde figuraban las doce figuras del zodiaco chino. Las mismas fueran robadas en el vandálico pillaje; al cabo del tiempo sólo se rescataron siete. Esta infame acción de los ejércitos franceses e ingleses fue tomado en todo el país como una auténtica humillación.

Ai Weiwei se vale de la historia pasada, del saqueo impenitente de las obras de arte que ocurren en todas las partes del mundo, sobre todo, en tiempos de conflictos bélicos y, casi siempre, por parte de los ejércitos de países ricos, de la lógica y necesaria sustitución del patrimonio robado por otras piezas nuevas y con todo ello realiza un conjunto de esculturas de gran tamaño - más de tres metros de altura en bronce - con las imágenes de los animales que conforman el zodiaco. A la calidad y a la espectacularidad de las piezas hay que sumar el trasfondo conceptual que las anima, pues el artista chino no es alguien que se conforme sólo con un mero desarrollo formal afortunado sino que en toda su producción busca la concienciación social, que las obras provoquen estados de emoción, que remuevan espíritus y llevan a la duda y a la actuación y, sobre todo, que no se queden en una mera contemplación silenciosa.

Las doce piezas expuestas en un gran círculo en una sala del Centro - en la mayoría de las otras ocasiones las mismas se presentaron en espacios públicos al aire libre - parecen atrapar a los espectadores que se ven envueltos por infinitas sensaciones, desde las propiamente artísticas gracias a la grandeza de las piezas, hasta aquellas otras que transmiten planteamientos dispares como la integración de postulados culturales antiguos, extraídos de la historia, la filosofía, las creencias religiosas o los propios sentimientos del pueblo. Con todo ello Weiwei consigue la interacción de distintos supuestos hasta generar un cuerpo artístico y emocional que crea la máxima inquietud.

Hace unos años, tuvimos la ocasión de contemplar en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla una extraordinaria muestra de la obra de este fotógrafo, arquitecto, escultor, cineasta..., en definitiva artista total; ahora llega a Málaga en un momento crucial de su carrera - artística y existencial -, después de haber sido liberado de su injusto cautiverio y dispuesto a seguir luchando por un arte nuevo que conjugue las realidades propias de la creación que se hace en Oriente y en Occidente, que yuxtaponga lo nuevo con lo antiguo, lo real con lo artificioso o lo copiado. Por eso estas piezas del zodiaco chino, trasunto de aquellas que se encontraban decorando la fuente-reloj de uno de los bellísimos jardines construidos durante el reinado del emperador Qianlong, plantean argumentos significativos que nos conducen por una historia que, con el transcurrir de los tiempos, deja abiertas las compuertas para que transfiera un nuevo significado. El zodiaco de Weiwei parte de una denuncia, la de los saqueos de obras de arte, pero, también, genera nuevos estados de opinión, concediéndole un nuevo estamento conceptual desde el espectacular ejercicio formal que, ahora, desencadena.

La exposición de Ai Weiwei en Málaga se va a convertir en todo un acontecimiento histórico. Se inaugura poco días después de que el artista fuese puesto en libertad. Se trata de la primera ciudad europea donde se presenta la famosa serie sobre el zodiaco chino. El propio Ai Weiwei anuncia su visita al CACMálaga. ¿Se pueden dar más situaciones favorables?

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