DiarioDelasartes

Por el gran Manolo

El pasado miércoles, 13 de septiembre, se cumplían quince años de la desaparición de Manolo Alés. Un tiempo que nos ha parecido eterno con su falta y que hemos vivido con una ausencia que se ha visto, desgraciadamente, aumentada por las mínimas posibilidades que, en estos años, ha ofrecido ese Arte por el que él tanto luchó y tanta dedicación ofreció. Para los que lo conocimos, para aquellos que fuimos sus amigos, para los artistas que él acogía como suyos, para la creación artística en general y para el desarrollo expositivo en particular, la marcha de Manolo fue dolorosa, infinitamente dolorosa. Desde su muerte, en el Arte de la provincia nada ha sido igual; incluso, yo diría que no han ocurrido acontecimientos extraordinarios. La oferta ha disminuido hasta límites de carencia casi absoluta. Los artistas no han encontrado aquel empuje que Manolo ofrecía ni se han visto apoyados ni han tenido el acceso hacia las instituciones que, con él, tan fácilmente encontraban; las exposiciones, que cuando Manolo vivía eran tan trascendentes, han perdido, ahora, una considerable dimensión. Aquellas propuestas que eran referencias en todo el Arte de Andalucía, se acabaron con su marcha. Manolo acondicionó perfectamente la infraestructura artística del Campo de Gibraltar y colaboró, con su entusiasmo característico, en otros puntos de la provincia - Cádiz puede dar buena cuenta de ello y en Jerez planteó tan buenas muestras que, después de él, muy poco ha existido -. Gracias a Manolo muchos, muchísimos, se acercaron al Arte Contemporáneo y hasta pudieron comprender bastantes de las complejidades que este ofrecía.

Manolo Alés cubrió una época en el Arte de la provincia de Cádiz que, por mucho que se manifieste, nunca se valorará totalmente. Hay que decir que él puso la semilla de la contemporaneidad artística en un tiempo en el que el Arte moderno era algo totalmente desconocido y, además, con una apreciable animadversión hacia todo lo que suponía planteamientos novedosos. Con muchas situaciones en contra fue, poco a poco, abriendo caminos, mostrando proposiciones que empezaron cercanas a la mayoría, para que los menos informados encontraran propuestas entendibles y fácilmente aceptables. En poco tiempo, La Línea fue ampliando sus horizontes artísticos y casi todos llegaron a amar el Arte en todos sus postulados. Además, captó a una inmensa parcela de grandes artistas para que se sumaran a su causa y, la sala de exposiciones de la Plaza Fariñas, fue estación término de las mejores exposiciones y de los más grandes artistas.

Manolo nos dejó y con él se fue mucho del entusiasmo que él propició. Con él vivo, este que esto escribe pidió que se le concediese el máximo galardón de la Provincia, ese que se concede - dicen - a los que más han hecho por la misma. Mis peticiones cayeron en un saco roto. Los dirigentes provinciales de entonces demostraron con ello un desconocimiento total y una absoluta falta de sensibilidad. Después de quince años hago la misma petición. Manolo Alés se merece lo más grande. Tiene nuestro cariño y nuestro eterno recuerdo pero, creo, que sería de conciencia que nuestra Diputación, aquella con la que tanto colaboró, después de quince años, lo tuviera en cuenta. Nadie como él, aunque sea en la ausencia, se lo merece.

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