Cultura

La gran mentira del flamenco en Jerez

  • Diez años después de colocar la primera piedra de la Ciudad del flamenco, Jerez sigue sin tener un modelo adecuado para explotar y vender su arte.

El pasado miércoles se cumplían exactamente diez años de la colocación de la primera piedra de la Ciudad del Flamenco. Fue un 2 de diciembre de 2005, una fecha que queda muy lejos ya en la memoria de algunos, sobre todo porque hoy día, una década después, el denominado 'Guggenheim de Jerez', tal y como se calificaba en Diario de Jerez, es sólo una escombrera con la que muchos todavía siguen especulando.

Resulta especialmente curioso rebuscar en la hemeroteca y encontrar declaraciones de los entonces líderes políticos de la ciudad, Pedro Pacheco y Pilar Sánchez, que coincidían en que "la Ciudad del Flamenco solo podía estar en Jerez", a lo que habría que añadir que lo que ha pasado con la Ciudad del Flamenco sólo podía ocurrir en Jerez.

Lejos de entrar a valorar lo que iba a ser y lo que es aquel macroproyecto, ambicioso a más no poder, y que pretendía de paso vertebrar el castigado centro histórico de la ciudad, lo único que queremos mostrar en este reportaje es que la Ciudad del Flamenco es sólo un ejemplo más de la realidad de un arte de especial trascendencia en todo el mundo pero que en Jerez no sabemos explotar, o sea, la gran mentira del flamenco en Jerez.

Nada parece cambiar con el paso de los años. Los mismos discursos pero la misma situación, y eso que desde entonces han pasado por el Ayuntamiento distintos gobiernos y de diferentes colores. Por el camino quedaron otros intentos vanos por dar su sitio al flamenco, recuerden aquel Año Internacional del Flamenco 2013 para el que incluso se creó una oficina y una comisión pero que finalmente quedó abandonado o el Canal Flamenco TV, aquella interesante idea a la que nunca se sacó rendimiento por desidia y nula confianza por parte de sus propios creadores. Sólo importó la foto de presentación y poco más.

El intento más reciente de reconducir la situación se llama Mesa del Flamenco, que fue constituida el pasado jueves, "como una estructura que tiene como objetivo la definición, coordinación y valoración de la programación flamenca, así como los proyectos relacionados con este sector, desde el ámbito artístico y económico", han puntualizado desde el Consistorio.

No es nueva esta propuesta, que ya estuvo vigente allá por la década de los noventa cuando regentaba cultura María Ángeles Gómez Bernal y donde participaron algunos de los nombres actuales, caso de Pepe Marín o Angelita Gómez.

Sin embargo, viendo los puntos que se abordaron en la primera reunión todo parece una vez más un envoltorio para ocultar una misma realidad, la de la poca credibilidad. Juzguen ustedes. En el orden del día y como asuntos urgentes se abordaban en primer lugar, la colocación de monumentos; en segundo lugar, nombramiento de hijos predilectos de la ciudad, y en tercer lugar, homenajes a artistas (Lola Flores).

Seguramente sea muy importante seguir poniendo monumentos y bustos flamencos por Jerez, también nombrar a hijos predilectos y preparar un homenaje a Lola Flores (que se ha vendido como actividad 'premium' en el último calendario de eventos pese a que los 20 años de su fallecimiento se cumplían en 2015 y no en 2016, no se puede ser más cutre), pero no creo que sean los principales temas a tratar en la primera reunión de la Mesa del Flamenco. El flamenco de la ciudad tiene problemas más serios, problemas en algunos casos que tienen que ver con la base, pero claro aquí lo que vale son los bustos, las fotos de políticos y 'protagonistas', que hay muchos, y poco más. Otra mentira más.

El problema del flamenco en Jerez es mucho más profundo, empezando porque sus dos barrios señeros, San Miguel y en especial Santiago, está lleno de 'bolizas', esa palabra que tanto utiliza Romero Bejarano en su último libro 'Jerezanos bizarros'.

Da miedo entrar en la calle Nueva o Cantarería, que se ha convertido en un islote con la llegada de gente de Linares que tienen asustados a sus habitantes de toda la vida. Del otro barrio mejor no hablar porque la imagen que se llevan los turistas que se acercan a la estatua de Lola Flores y ven apostados en los bancos próximos a Villapanés a un ingente número de 'quinquis' despachando entre ellos, con litronas en mano o peleándose por aparcar un coche, es para temblar. Dantesco. Pero claro, eso no importa, importan los bustos, los hijos predilectos y los homenajes.

La gran mentira del flamenco en Jerez es el anuncio por parte del nuevo gobierno municipal de apostar por este arte como motor económico y turístico pero luego no se incluye dentro de los programas educativos de la ciudad. Contradicciones absurdas y que demuestran la falta de un modelo a seguir en este aspecto. Sólo gracias a entusiastas como Alba Correa y José Juan Domínguez, reconocidos por la Junta en los recientes premios Flamenco en el Aula, se contribuye a la difusión del flamenco en algunos centros, seguramente menos de lo deseado.

Mentira es que la Escuela Municipal de Música no tenga desde hace dos años profesor de guitarra flamenca. Desde la jubilación de Pepe Moreno nadie ha ocupado un lugar en una institución que al ser de titularidad municipal debería, como mínimo, tener a la guitarra flamenca entre su oferta educativa, porque ya de cante o demás menesteres ni hablamos. En otras ciudades de Andalucía menos influyentes que Jerez en el ámbito flamenco, el aspecto formativo y didáctico en las escuelas de música locales es primordial. Aquí no.

Tampoco el Conservatorio Superior de Música Joaquín Villatoro ofrece una oferta amplia en cuanto a plazas para una ciudad como Jerez a nivel de flamenco. Sólo comparándolo con Córdoba podemos comprobar el escaso respaldo de la Junta de Andalucía hacia esta ciudad. Así, mientras el Conservatorio Superior de Córdoba cuenta con un claustro de profesores que conforman 13 personas, 11 guitarristas y dos cantaores, en Jerez, sólo hay tres guitarristas (Luis Balaguer, Andrés García y Jacobo Góngora), un cantaor de acompañamiento al baile y al cante, el granadino Carlos Cruz, y una bailaora, Elena Chaves, también de Granada, contratados encima a media jornada.

Si nos centramos en las peñas, el horizonte tampoco es demasiado halagüeño, en parte, tal y como explicaba hace unas semanas en este Diario Francisco López, porque han sido incapaces de "generar nuevas manifestaciones de su impulso originario que sigan justificando y llenando de sentido su necesaria existencia".

Aún así, son las únicas que exponen y continúan, cada una a su manera, defendiendo a capa y espada el flamenco más real. Cierto es que la falta de un relevo generacional contundente está consiguiendo mermar notablemente a algunas de ellas, que luchan, ante la falta de socios, por mantenerse en pie. A día de hoy, sólo varias peñas en Jerez superan los 80 socios, La Bulería, Tío José de Paula, Los Cernícalos y la Buena Gente, quizás la que en los dos últimos años ha conseguido crecer con mayor rapidez, ya que desde que accedió al cargo su nueva junta directiva ha pasado de 9 socios a 118.

Renovar sus contenidos y modelos será el objetivo de los próximos años, porque está claro que ya no basta con el recital al uso, se necesita salir a la calle para captar adeptos. Cierto es también que a las peñas se les dejó, en el último suspiro de la anterior legislatura, con un convenio firmado que buscaba más el voto que el apoyo a estas entidades. Otra mentira más.

De cualquier manera, si hay una institución encargada de cultivar y predicar con el flamenco en los últimos cincuenta años esa es la Cátedra de Flamencología, ya no necesaria en estos tiempos que corren sino yo diría que fundamental. Sin ella, la versión más intelectual del flamenco y sobre todo la divulgación, han perdido sentido, por lo que es evidente que sólo a través de ella se podrá recuperar el prestigio y esa labor investigadora que defendió Juan Salido en el manifiesto por el Día del Flamenco en Andalucía el pasado 16 de noviembre en el que proponía la convocatoria de un Premio de Investigación Flamenca 'Ciudad de Jerez' que sirviese para rescatar del olvido a cantaores como Juan Mojama, al último que se le ha rendido especial pleitesía hace unos días.

Curiosamente, el Congreso Internacional sobre Juan Mojama, que congregó el pasado fin de semana en Jerez a numerosos aficionados y flamencológos de todo el país y por el que hay que felicitar a su impulsor, José María Castaño, y su equipo de colaboradores, no acabó de la manera más esperada, un ejemplo más del escaso grado de credibilidad de los políticos en el flamenco en Jerez. Les cuento. El último día del congreso se había programado una ruta por la ciudad con todos los participantes, desde ponentes a cursillistas, que finalizaría en la casa donde nació Juan Mojama, en la calle Honsario 12. Cual fue la sorpresa de los integrantes de la ruta que al llegar al lugar, donde supuestamente se iba a colocar una placa conmemorativa, vieron cómo el Ayuntamiento no la había instalado argumentando que no tenía doscientos euros para ello, según denuncian algunos de los congresistas. La imagen que se llevaron de la ciudad todos ellos, imagínense cuál fue. Mientras la alcaldesa volvía a ensalzar en el acto inaugural la grandeza del flamenco, su Ayuntamiento era incapaz de colocar una placa de 200 euros.

Dentro de este panorama sólo reluce el Festival de Jerez, sin lugar a dudas, el estandarte de la ciudad en muchos sectores. Sin embargo, el futuro de la Fundación Teatro Villamarta es más que oscuro pues varios días después de expirar el plazo por ley nadie da explicaciones sobre qué va a pasar y si finalmente la fundación irá o no a la disolución.

Es la realidad del mundo del flamenco en Jerez, un arte elogiado por todos pero que en esta ciudad, lo mires por donde lo mires, no deja de ser una gran mentira.

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