juanma latorre. guitarrista y letrista de vetusta morla

"Hay grupos para bailar pero nosotros necesitamos mostrar un compromiso"

  • La banda madrileña visita este sábado Sevilla con las entradas agotadas

  • La formación presenta 'Mismo sitio, distinto lugar', un disco sobre la pertinencia de las transformaciones

Los madrileños Vetusta Morla, en una fotografía promocional de su nueva gira.

Los madrileños Vetusta Morla, en una fotografía promocional de su nueva gira. / jerónimo álvarez

Tras una gira por Hispanoamérica que ha llevado a la banda a Perú, Chile, Colombia, México, Uruguay y Argentina, Vetusta Morla presenta en España el cuarto disco de su trayectoria, Mismo sitio, distinto lugar, un álbum en el que este fenómeno indiscutible de la música española protagoniza un cambio de piel y defiende la pertinencia de una transformación. Juanma Latorre, guitarrista y letrista del grupo, apunta a este periódico algunas claves de su nuevo trabajo y del concierto que ofrecerán los madrileños este sábado en el Auditorio Rocío Jurado, una cita para la que se han agotado las entradas.

-"No reconozco mi propio carné (...) Busco las riendas de un nuevo corcel", dicen en la canción Deséame suerte. En las letras del disco hablan a menudo de la necesidad de un cambio.

-Sí. Mismo sitio, distinto lugar habla de esa sensación que tenemos cuando las circunstancias que nos rodean no se ajustan del todo a quienes somos, cuando estamos en un momento de transformación y si no atendemos a esos cambios que suceden, paradójicamente, puede ocurrir que perdamos nuestra esencia. Nosotros, como banda, sentíamos que necesitábamos cambiar para seguir siendo quienes éramos, para continuar encontrando lo que nos ilusionaba. Buscábamos el modo de arriesgar, de hacer algo que supusiera un reto, y tener la honestidad de reflejar lo que sentimos y lo que vemos a nuestro alrededor.

-En ese cambio optaron por una mirada más punzante.

-Sí, creo que punzante es una buena palabra. Críticos ya habíamos sido en otros discos, pero no mordaces, digamos que no habíamos echado limón sobre la herida. La nuestra había sido una crítica más reflexiva, más poética. La sátira y la ironía han hecho su aparición en este disco.

-Grabaron el álbum en los estudios Hansa de Berlín, donde David Bowie, Iggy Pop, Depeche Mode o U2 dieron forma a algunos de sus discos más míticos. ¿Impresionaba estar allí?

-Debo reconocer que cuando escogimos los estudios Hansa no conocíamos su historia en profundidad, lo elegimos más por cuestiones técnicas, porque disponía de aparatos que normalmente no tenemos a mano. Y algo importante es que estaba en una ciudad diferente a la que vivimos, lo que necesitábamos para concentrarnos. El álbum se grabó canción a canción, algo que no es habitual, lo común es que el batería grabe todas las canciones, después el bajista... Aquí nos poníamos todos con un tema y hasta que no lo dábamos por terminado no pasábamos al siguiente. Teníamos que estar todos, porque el proceso no era tocar lo tuyo y marcharte. Y luego resultó que Hansa tiene toda esa historia alucinante, con grandes ídolos de la música que habían ido a buscar, como nosotros, una nueva identidad. Le pasó a Bowie, con la Trilogía de Berlín; a Iggy Pop, que fue allí de la mano de Bowie; a U2, que grabaron allí el Achtung Baby; a R.E.M., que fueron en su madurez para darle una vuelta de tuerca a su música...

-Tanto para el disco como para los vídeos se han rodeado de los colaboradores más insospechados, gente como Nacho Vigalondo, Nacho Vegas, Lolita, Fernando Franco o el equipo de El Mundo Today...

-Un grupo se enriquece de su contacto con otros artistas, que te ofrecen una mirada nueva sobre tu trabajo, te descubren cosas que ni siquiera sospechabas que estaban ahí. Eso ha pasado con los productores, Campi Campón, que ha sido un músico más, y con Dave Fridmann, que ha hecho algo mucho más artístico que mezclar. Todas las aportaciones vuelven el disco conceptualmente más complejo. Quizás, hasta ahora, las bandas estábamos un poco cerradas. Teníamos esa actitud de nosotros somos estos seis tíos, porque por desgracia somos todo hombres en la formación, y lo que hacemos es nuestro patrimonio, es intocable. Una de las cosas que podemos aprender de la manera en que los jóvenes hacen música, de la gente que hace trap o reggaetón, es esta cosa del featuring: asumir que las colaboraciones multiplican el poder de sugerencia y de comunicación de tus canciones.

-El otro día, en el concierto de Salamanca, se sumaron a las protestas por la sentencia de La Manada, y en una actuación reciente cambiaron la letra de Golpe maestro para recordar el escándalo del másterde Cifuentes. ¿Hasta qué punto un grupo tiene que responder a la actualidad que le rodea?

-Está bien que existan grupos que lo que quieren es entretener al personal y hacerlo bailar, pero nosotros, para ser nosotros mismos, tenemos que mostrar un compromiso con las cosas que suceden alrededor, que nos preocupan como ciudadanos, porque entonces no seríamos Vetusta, sino otro grupo. Nosotros no somos quién para decir qué es bueno o malo, simplemente implicarnos de ese modo en la sociedad es parte de lo que somos.

-Frente a la gira de La deriva, que era más oscura, ésta promete ser más colorista.

-Sí, la gira de La deriva era muy sobria, con un ambiente casi opresivo, porque era un disco muy serio y hasta cierto punto sesudo. Todo parte en cierto modo del diseño gráfico del disco, obra de Rubén Chumillas, al que dimos libertad para que reinterpretara nuestro trabajo. La portada nos encanta: parece casi un animal orgánico. Y las explosiones de color y geometría, en el disco y en la gira, son una manera de decir lo que nos divierte y nos excita ese proceso de transformación en el que andamos.

-Agotan las localidades allá por donde van... ¿Cómo afrontan esa expectación que generan?

-Yo sé lo que es ir a un concierto en el que cantan temas que han significado mucho para mí, que me han ayudado en algún momento de mi vida, y es raro ser yo quien interpreta esas canciones que significan algo para otra gente. Me resulta terriblemente emocionante que un tipo que vibró con otros conciertos ahora esté al otro lado y en cierto modo cierre un círculo.

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