Francisco lópez · director del teatro villamarta

"Si no haces cosas distintas no comes, salvo los genios"

  • Francisco López se ha volcado en la primera producción del certamen, '¡Viva Jerez!', con la tranquilidad de que la "maquinaria" de la muestra está "absolutamente engrasada"

-El festival ya camina solo…

-Sí, esa era de alguna manera la frase que resumía no solamente el undécimo festival sino los once festivales pasados. El festival ya tiene su propia vida, su propia existencia y su propia fuerza para caminar. El festival de este año es claramente una conclusión y una consecuencia de lo que decíamos. A estas alturas he firmado los 900 diplomas de los cursos, cuando el año pasado o hace dos firmaba diplomas hasta el día antes de entregarlos. La maquinaria del festival está ya absolutamente engrasada. Es un proyecto tremendamente contrastado que lo que necesita es cada año ir matizándose, ver qué cosecha hay ese año, pero el festival tiene ya la suficiente madurez como para funcionar sin miedo.

-Habla de la cosecha, y ahora se puede elegir. Pero al principio casi había que ir a lazo…

-Qué duda cabe que la situación actual en cuanto a espectáculos, no tanto artistas, es mucho más generosa y diversificada que la que encontramos hace once años. Pero creo que el órgano crea la función y viceversa. Es decir, no hablo del Festival de Jerez, hay que hablar de la eclosión que está teniendo el flamenco en el mundo. Ahí sí que hay muchísimo más donde elegir que hace once años, si bien es verdad que no todos los años encontramos proyectos del mismo interés y con esa diversidad que queremos presentar siempre del hecho flamenco como un hecho en continua expansión y cuyas fronteras las pondrá el tiempo.

-Después de once ediciones, ¿el festival admite nuevas vueltas de tuerca?

-El festival admite todavía toda una serie de vueltas de tuerca. No tanto en lo que es la definición no sólo ya de contenidos del festival sino desde el punto de vista de estructura, una muestra abarcable, donde un mismo espectador si quiere puede ver todos los espectáculos, ir a las tertulias… Un festival con dimensiones humanas hecho en una ciudad que le da todo su sentido. Esto no podría ser en otra ciudad. Se puede pensar en el festival de otra manera, evidentemente. En eso no entro. En esta manera de pensar el festival, lo que es contenido y estructura yo creo que están perfectamente aquilatados. Hay toda una serie de dimensiones sobre todo en la parte de actividades complementarias, en el desarrollo del festival como atractivo turístico y de ocio, imbricación del festival con negocios que pueden hacer ingresos durante el festival… Hay todo un ámbito por desarrollar. Es como un huevo que se está gestando y hace falta que unos pongan la sartén, otros le ponga la sal, para comer todos de ese huevo, no sólo la organización del festival.

-¿No entiende como una amenaza que surjan otras iniciativas y programaciones paralelas desde la iniciativa privada?

-Todo lo contrario. Ojalá. Todos los años cuando surge el proyecto del festival se echan unas redes amplias y luego cuando el festival se culmina en un proyecto concreto esas redes se contraen por montones de incidencias. Este año ya contaba con la sala Paúl, pero al no contar con ella no podemos articular el proyecto más joven del festival, de músicas nuevas, y eso íbamos a concertarlo con salas privadas de la ciudad para hacer cosas complementarias.

-Se está trabajando en la proyección internacional del certamen, ¿se puede crecer?

-Nosotros siempre trabajamos en esto y claro que se puede crecer. Pero yo insisto, para tener más proyección internacional necesitamos más oferta y más diversidad de oferta en la ciudad. Y esa oferta, en la estructura actual del festival, está ya bastante limitada desde el punto de vista de oferta de cursos y espectáculos. El concepto de festival no puede aumentar más si no queremos romperlo. Tiene que ser la propia ciudad la que crezca. Podemos insistir en la presencia internacional del festival, pero nuestro festival es muchísimo más conocido en el extranjero que en España y el 80% de usuarios son extranjeros. Los cursos están agotados y la venta de entradas está un 30% por encima de los ingresos del año pasado. No es tanto como nos publicitamos nosotros, es más qué ofrece la ciudad y nosotros.

-Si son 900 plazas no se pueden publicitar para 2.000…

-Claro. Dicho de la misma manera, como el sentido nuestro del festival es que los cursillistas vean los espectáculos, tenemos un límite porque tampoco podemos llenar el Villamarta al completo de cursillistas. Estamos en los 900 y a lo mejor llegamos a los 1.000, que son 500 cada semana y eso es medio aforo del Villamarta sólo para los cursos.

-Los números son apabullantes, pero la idea de sacar por ejemplo la marca del festival para que se conozca fuera…

-Por supuesto. Está claro que tener una embajada de flamenco contrastada fuera de Jerez ayuda no sólo al flamenco sino a cualquier proyecto de la ciudad que quiera vincular su presencia exterior con ese embajador al que todo el mundo le abre las puertas que es el flamenco. Producir desde el festival era una asignatura en el que teníamos que trabajar. El espectáculo ¡Viva Jerez! esta pensado como un proyecto que vende la marca de Jerez en su sentido más amplio.

-Es muy distinto producir y dirigir lírica que un espectáculo flamenco.

-Bueno, hay una parte similar en cuanto a concepto de cómo se hace, en cuanto a qué equipo se recurre, un diseñador de escenografía, un iluminador, un diseñador de vestuario… Luego hay una parte distinta. Sobre todo, tal como se ha hecho este espectáculo, no se soporta en una compañía sino que realmente se ha hecho una selección de artistas uno a uno pensando en el propio proyecto. A partir de ahí la diferencia fundamental es la falta de hábito de los artistas para entrar en un engranaje de producción, no me refiero tanto a las bailaoras, donde evidentemente es un trabajo habitual, sino en el común general. No diría falta de disciplina sino de hábito. Hay que hacer una serie de cosas más allá de darse una vueltecita sobre el escenario y en cuanto sacas a algunos artistas de eso cuesta implicarlos en otros aspectos.

-No es su primera experiencia en flamenco pero sí un reto.

-Para mí subjetivamente es muy importante este reto. Cuando he trabajado con el BNE o con la CAD como proyectos son mucho más grandes que esto. Llevo once años en Jerez y le debo mucho a Jerez y este espectáculo, a nivel personal, es muy importante, no a nivel profesional. Es un espectáculo donde quería volcarme de manera especial y me parecía mi obligación hacer un espectáculo sobre mi manera de ver el flamenco de Jerez.

-¿En qué se va a notar la mano de Paco López?

-Espero que cualquiera que haya seguido mis trabajos, en lírica sobre todo, pues que se note en que el espectáculo aun siendo la unión de muchos artistas, espero que todo el mundo vea que estamos ante un espectáculo no ante una gala. Y que todo tiene un sentido, una unidad, un libreto que lo soporta, muy bien vestido, muy bien visto. Es decir, que tiene las mismas señas de identidad de cualquier otro espectáculo mío. Espero que todo el mundo vea la coherencia del proyecto que descansa en la calidad artística que ahí hay. Lo único que he pretendido es crear una especie de musical tradición, no es a la manera americana, pero los contenidos se identificarán con tradición y la manera en como se concibe y como se utilizan a los artistas tiene un concepto de espectáculo musical.

-Haciendo balance de once años, debe haberse sentido solo en algún momento de la historia del Festival.

-Por mi personalidad no me gusta mirarme al espejo y decir que el mundo gira por ti. Creo que los seres humanos que se digan eso se engañan. El festival es mucha gente trabajando detrás, gente afuera que apoya, medios que está detrás, y probablemente lo que puede ser el peso global de esos momentos difíciles quien más lo haya tenido he sido yo, pero eso es el trabajo de todos los días. Creo que cuando se tiene claro un proyecto y le pones corazón, cabeza y emoción, y sabes que vas hacia un sitio, las cosas se sacan adelante entre todos. Distinto es que ese tiempo, ese proceso, no signifique un desgaste, como lo significa para la rueda de los trenes, pero no hay que enfatizar más en torno a mi persona, los momentos complicados lo han sido para todos.

-En este tiempo se ha ido encontrado un camino cierto de unir teatro y flamenco, de dar ese carácter de espectáculo.

-Qué duda cabe que si sólo existe la Bienal de Sevilla como gran acontecimiento cada dos años y de pronto existe un Festival que da cuenta de 20, 30, 40 y 50 espectáculos y aparece una Bienal de Málaga y el Suma Flamenca de Madrid… Once años pueden desgastar muchísimo, pero no son nada desde el punto de vista de evolución y proceso de creación artística. Probablemente me equivoque pero creo que en los últimos quince años el concepto de flamenco como espectáculo ha tenido una tremenda eclosión nunca vista que la han ido propiciando las demandas de los grandes festivales que han ido surgiendo en este país, entre ellos éste. Ello ha obligado a toda una generación de artistas a hacer las cosas de otra manera. Hablo de artistas de 20, 30 y 40 años que ahora mismo viven una tremenda eclosión. El flamenco como espectáculo tiene una auténtica eclosión y eso obliga a que haya mucho material de desecho porque hay mucho artista que trata de dar saltos sin dar cinco pasos intermedios, y eso salvo para los genios no existe.

-El que no se ponga las pilas y no se rodee de profesionales estará perdido dentro de unos años…

-Efectivamente. Por acabar con lo de antes es cierto que ha habido mucho proyecto fracasado pero es que son sólo once años. Si rescatamos la historia del teatro entre 1570 y 1580, vemos qué pasaba en el teatro en España, estoy convencido de que se representaron 2.000 comedias y sólo perduran dos. Pero no lo veo como un fracaso, sino como un reto. A lo que sí animaría es a no caer siempre en los mismos errores, a saber que las cosas, menos para los genios, siempre ocurren de la misma manera. Hay que conocer lo que se hereda, saber lo que se está haciendo en general, y a partir de ahí intentar absorber todo eso y ver cómo uno, cuando se ha comido ese potaje, hace su propio potaje. No hay que intentar copiar a otro.

-Siguiendo con este ejemplo culinario el flamenco ha aprendido a pasar de lo que era presentar el potaje de cualquier manera a presentar el plato de una manera mucho más refinada…

-Es que hay gente que sigue pensando que el flamenco donde evoluciona es en el tabanco y es un error. El flamenco evoluciona desde el siglo XIX cuando entra en un escenario donde alguien está dispuesto a pagar para ver. Hasta que todos los grandes de la historia no se ven urgidos, porque deciden comer de eso, a subirse al café cantante, a la plaza de toros, a girar por el mundo, a los teatros… Hasta que eso no ocurre el artista no se ve obligado a profesionalizarse y crear cosas nuevas, distintas a lo que hacen los demás. Si no haces cosas distintas no comes. Salvo personalidades individuales indiscutibles, que hay poquísimas, no puedes hacer nunca el mismo espectáculo, no puedes. Tienes que ser el mismo pero hacer cosas distintas cada vez.

-Esa frase resume la esencia del propio festival, ser el mismo pero haciendo cosas distintas…

-Pero distintas porque hay que evolucionar...

-¿Qué toca ahora? ¿Cómo se plantea su futuro?

-Toca empezar a vivir de otra manera. Todos hemos ido hacia el mismo sitio y las cosas desgastan.

-Este festival siempre ha invitado al que quiera arriesgar, le ha abierto las puertas...

-Siendo un proyecto que tiene sentido, hecho por buenos artistas y que creen en él, claro que lo presentan aquí, adónde si no.

-Son cosas que a nivel personal son muy gratificantes…

-No entiendo cómo el Nuevo Ballet Español no baila en Andalucía. O cómo Mayte Bajo o Miguel Ángel Berna no vienen. Para nosotros son pequeños orgullos…

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