Javier Ruibal. Cantautor

"Todo esto es un homenaje a la amistad y al oficio"

  • Dos cedés y deuvedés para resumir los recitales de su 35 aniversario en la música que se celebraron en Cádiz.

"¿Pues no que estoy pensando en que hay que repetirlo? Con los invitados es muy difícil pero estaría bien darme el gusto de volver unas cuantas noches más...". Ocho meses después de las cuatro "mágicas" noches de su 35 aniversario en la música, Javier Ruibal regresa al patio de la asociación Aires de Cádiz, en las mismas entrañas de las Puertas de Tierras. Desliza sus manos por la piedra ostionera, como leyéndolas, y sonríe al recuerdo impregnado en las murallas. Quizás aún custodian las voces de Miguel Ríos, de Jorge Drexler, de Carmen Linares, de Martirio, de Kiko Veneno, y de tantos amigos que quisieron celebrar al cantor portuense durante cuatro noches de septiembre. Las murallas no se la pueden llevar ustedes -escudriñar sus secretos pegando el oído a su piel es sólo privilegio del gaditano- pero sí que es posible expoliar una muestra de la que allí formaron Ruibal y los suyos gracias a 35 aniversario Javier Ruibal, una cajita con dos cedés y dos deuvedés en los que se resumen lo visto y oído en un festejo emocionante.

-Es osado pedirle un sólo momento especial de esas cuatro noches pero deme una pequeña ráfaga de imágenes...

-Pues para mí fueron momentos muy emotivos cuando canté Baila Lucía mientras mi hija bailaba, y cuando canté A Morente porque él hubiera estado encantado en esta fiesta pero, lamentablemente, se nos fue... También hubo otros momentos muy simpáticos. No se me olvidan las caras de sorpresa de los invitados y de los músicos cuando los presenté en verso, porque ellos no sabían nada. Fueron muy graciosas sus reacciones.

-¿Son los textos que se incluyen en el libreto, verdad?

-Sí, los que van al lado de la foto de cada uno... Es que todo esto es un homenaje a la amistad y al oficio... Bueno, y la guinda la puso Jorge Drexler que, como le tocaba entrar en tres o cuatro canciones, se metió en el cuarto de baño, se sentó en el váter y escribió una décima para hablar de mí. Como yo lo recibí con versos, él me respondió con versos. Fue un momento muy bonito donde me acordé mucho de Fernando Quiñones, de Rafael Alberti... Porque esos momentos en los que las emociones en verso se cuentan en público sin pudor es algo que hacían los poetas de antes, y nosotros hemos perdido esa bonita costumbre.

-¿Los conciertos ya tenían vocación de disco?

-La idea es de Javi, mi hijo, que es el productor y el alma mater de todo. Fue un regalo que me quería hacer y yo me dejé llevar encantado, que son ya un puñado de años de carretera y de carrera y era muy bonita la idea. Así que conciertos y disco se pensaron al mismo tiempo, por lo que él se echó encima un trabajazo... Esta se la debo y le estoy eternamente agradecido.

-Empiezan a contactar con amigos, los traen a un lugar, Cádiz, que no coge de paso a nadie, y se forma una buena fiesta... ¿Qué sintió ante esa respuesta?

-Yo pensé que me iba a poner llorón y todo... (ríe) La verdad es que estuve todo el tiempo en una emoción permanente: desde que se fueron perfilando los días, el orden, qué canción íbamos a hacer con cada uno, y viendo que todo el mundo decía que sí... Tengo la sensación de que he podido tomar el pulso a una cosa que es muy difícil de medir, hasta qué punto tus amigos son amigos de la profesión pero, también, son amigos personales; y aquí se vio que todos estuvieron más como amigos personales. Era un brindis al cariño, y en realidad esa fue la fiesta.

-¿Cómo hicieron la selección para el disco?

-Hicimos muchas canciones, 80 canciones en cuatro noches, bueno 72 porque se repitieron cinco o seis, y a la hora de seleccionar nos quedamos con lo más vistoso, donde estaban los invitados y algunas de las que interpretamos a trío con Jose Recacha y Javi (Ruibal) que son mis músicos habituales y que tienen un gran mérito porque el sosiego con el que estaban tocando era impresionante teniendo en cuenta que ellos preparon la grabación y la producción en todos los sentidos.

-Alejándome de este proyecto concreto, de todas sus canciones, ¿tiene alguna más querida?

-No sé... Durante mucho tiempo La rosa azul de Alejandría era una canción muy especial... Lo sigue siendo pero ahora hay muchas más. Siempre se queda algo en el tintero y siempre hay gente que te dice, "no has cantado la mía". Como no he sido nunca un artista radiofónico al que se le concentra la atención en una o dos canciones por cada disco, pues resulta que todo lo que la gente va oyendo y va escogiendo permite mantener vivo el repertorio. Tengo la suerte de que nadie me va a decir esa canción está pasada, entre otras cosas, porque en ninguna cuento cosas coyunturales de un tiempo concreto. Además tampoco tengo tantísimas, no he hecho muchos discos, he sacado un disco en un promedio de cada tres años y medio. Y siempre me preguntan el porqué...

-No voy a ser menos... ¿Por qué?

-Entre otras cosas para no copiarme a mí mismo, ni repetir cosas que he hecho. Para no ser recurrente y tener siempre el placer de que cada canción, como busco que sea única, me dé mucho gusto cantarla aunque pase el tiempo.

-"No has tocado mi canción", decía antes. ¿Que el que el público utilice el determinante posesivo es la mayor satisfacción?

-Por supuesto. Las canciones son una especie de espejito mágico en el que todo el mundo quiere mirarse, y cada uno escoge aquel donde se ve el perfil más bonito. "Aquí yo en esta historia luciría mucho", es un poco así (ríe). Y el artista, además, aspira a eso. Es como con los hijos, ¿no?, hay un momento en que las canciones se van, vuelan, eres tú el autor pero forman parte de la vida de muchas personas que hacen muchas cosas mientras te oyen. Muchas de las mías son de amor, y a mí me encanta que hagan el amor mientras están sonando, pero también se las ponen para las cosas más cotidianas. Como tengo la suerte de conocer a mucha de la gente que me escucha, tengo una relación muy familiar con el público, pues se acercan y me cuentan cosas y es muy divertido. Una chica me decía que cuando estaba muy mal se ponía Pensión Triana y se ponía muy bien, y que cuando estaba muy bien se ponía Pensión Triana y le daba la emoción. Otras personas me contaron que hace años empezaron a escucharme porque en un viaje por las islas del Egeo pararon como en un chiringuito y escucharon La rosa azul de Alejandría, se fueron y retrocedieron 14 kilómetros para pedirle al dueño del chiringuito que les grabara la cinta. ¡Eso es especial!

- Me estoy acordando de una letra suya -"una mañana de enero, cuando daban leña por la huelga de Astilleros..."- Y me decía que no escribía sobre hechos coyunturales... Bueno, tampoco ha pasado de moda, lamentablemente.

-Lamentablemente. De todas formas, es parte de la historia de nuestra Bahía y es importante que la gente lo sepa. Que sepan que Astilleros era la industria más potente de la Bahía de Cádiz y el sostén económico de muchísimas personas y cuando empieza a decaer porque unos cuantos visionarios de la política, sin más consideración, desmontan la gran industria española, entre ellas Astilleros y los Altos Hornos, y rinden sus banderas, que era nuestro pan, al corazón de Europa, me parece que hoy por hoy habría que pedirles cuentas. Por eso yo escribo una canción que no está en este disco, Los huérfanos de la Pensión Triana, porque hubo mucho visionario que de tanto llenarse la boca con la palabra pueblo, les dio un empacho y escupieron al pueblo. Y eso es imperdonable. Yo no soy demasiado radical en mis cosas pero la dejadez, las malas prácticas y la soberbia de unos cuantos me han hecho ser un poquito más radical.

-Viendo lo que estamos viendo con la política económica y de refugio, ¿ésta era la Europa por la que rendimos tanto?

-Aquellos polvos trajeron estos lodos. Lodo como enfangamiento, como deterioro. Íbamos hacia una Europa que creíamos que iba a proteger nuestra libertad de pensamiento y de acción y nuestra incipiente democracia, a cambio entregábamos muchas cosas. Se le entregaba al corazón económico de Europa nuestro patrimonio industrial, y el corazón económico de Europa es lo menos parecido a un corazón real, por eso está pasando lo que pasa, que las finanzas y ese tratado mezquino, el TTIP, provocan que nuestro alarde de ser el núcleo de los Derechos Humanos en el mundo sea una falacia. Estamos maltratando en la frontera a mucha gente que viene huyendo de guerras y somos capaces de dejarlos que se mueran ahí o en el mar y hacer un tratado con Turquía que es otra gran mezquindidad. Y todo esto basado en el puro egoísmo de la acumulación del dinero y es de una vergüenza tal que aborrezco mi condición de europeo en tanto en cuanto estas cosas nos cambien.

-Con todo, ¿la cultura nos salva?

-Me encantaría que fuera así pero, ¿cuál es el granito de arena que aportamos los que creemos que la cultura y la educación nos puede salvar de muchas cosas?, pues velar por que nuestra propia creacion no sea la copia de la de otro, velar por que las palabras que usamos traten a la belleza de nuestra lengua con el respeto debido, no dar patadas al diccionario ni a la composición musical, que los que escriben una novela, en vez de contar sus cuatro vergonzosos encamamientos, pongan toda el alma en lo que están haciendo porque saben que todas esas palabras van a un fondo común que se llama cultura y que hay que velar porque no se cuele, entre renglones, ninguna cosa indebida.

-La mayor lección en estos 35 años...

-La humildad. Y no en el sentido de ir pidiendo perdón por la vida, en el sentido de no ir exigiendo que te loen y, si ocurre, que sea porque otros quieren no porque tú lo busques. Bajo ese lema de humildad el camino puede ser largo y apetecible pero si te come la soberbia o la codicia es probable que te despeñes por algún barranco. Sin embargo, no es malo tener ambición. La ambición por colarte en el corazón de las personas.

-¿Hace 35 años se veía celebrando sus 35 años en la música?

-Qué va. Yo empecé a grabar con 27 o 28 años y me parecía que llegaba tarde. Acababa de hacer una mili que había aplazado por mis estudios de Medicina, que luego no terminé , soy ATS y practiqué sólo unos meses, así que me puse el propósito de que si en 5 o 6 años no llegaba a vivir de esto medianamente, lo dejaba. Pero después lo único que te importa es que haya un escenario donde subirte, cantar un rato y con lo que te den, vivir. Aún me pasa que voy a lugares donde me conocen poco y en lugar de ir diciendo "ay qué ver a mi edad..." pues llegas con la suerte de que tienes un repertorio de años que tiene el poder de que hasta al más indiferente algo le dices porque has aprendido a hacer bien tu oficio. Lo único que uno quiere es que un poquito más palante haya gente, como decía la madre de una amiga que se había separado y que estaba hundida: "Hija, más palante hay gente". Pues eso, en este oficio hay que plantearse eso.

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