Arte

El latido y la furia de Juan Carmona llegan a Ubrique

  • El pintor jerezano inaugurará este viernes en el antiguo mercado de abastos una muestra de sus obras desde el año 2011

'Mar de fondo, amor cerca'. 'Mar de fondo, amor cerca'.

'Mar de fondo, amor cerca'.

El pintor jerezano Juan Carmona Vargas inaugurará este viernes, 8 de noviembre, a las 20,30 horas, su exposición ‘El latido y la furia’, en la sala de exposiciones en el antiguo mercado de abastos de Ubrique. Se podrá visitar hasta el 30 de noviembre. La presentación estará a cargo de José Manuel Benítez Ariza.

La muestra está formada por una serie de obras comprendidas entre 2011 y la actualidad. Refleja cómo de forma progresiva, desde unas premisas más ligadas al naturalismo y la belleza, su interés ha ido evolucionando hacia una estética cercana al concepto del vacío, propio del arte oriental, chino o japonés. El arte no como una evasión de la realidad o como una indagación puramente estética, sino como una forma concreta de realización para el hombre.

Delicadeza y tormento, fragilidad y rudeza se mezclan en la pintura muy gitana, es decir, muy oscura y honda, de Juan Carmona Vargas. Por eso, pocos títulos podrían resumir mejor su quehacer pictórico que este: con toda su densidad y su vibración shakesperiana: El latido y la furia”, dice el escritor jerezano José Mateos.

“Tal y como nos dice Ramón Gaya, el pintor debe borrar (mostrando indiferencia hacia la realidad) lo ideal, lo perfecto, la belleza y la fealdad con su tristeza, para llegar al ‘Aire soberano’ donde se encuentra el alma, no escondida pero sí agazapada, yo diría que esperando, esperándonos. Sólo así se supera la fachada de todo lo aparente”, dice el autor.

“Entiendo –añade Carmona– que el valor primordial del vacío no está en la obra, al no ser algo físico, sino muy dentro de nosotros. El gran silencio tampoco está en la música, sino también en nuestro interior. La obra puede callar, gritar o lo que sea pero eso no es el silencio ni el vacío que nos debe de importar, más allá de cuestiones de estilo. El gran silencio es el que se produce en nosotros cuando la pintura o la música logra callar el ruido interior que hay dentro de nosotros, ese ruido del mundo que no nos deja escuchar el verdadero silencio, ver el vacío, estar cara a cara con el misterio de donde parte toda creación incluida la misma vida”.

“Oriente siempre supo que el arte y la vida no son dos cosas, sino una. Mis obras tienen similitudes y paralelismos con las corrientes heterodoxas de la pintura de tradición china. Semejanzas que radican no en el estilo, lo que crearía chinoserias o japanoserias, cuestiones más de artesanos, sino en la forma de concebir la pintura”.

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