Cultura

El latido latinoamericano en Meana Larrucea

  • La Fundación ARCO reivindica a los grandes coleccionistas del país en un ciclo de charlas que concluye el martes en la Fundación Godia de Barcelona

El abogado bilbaíno Fernando Meana, pionero del Derecho Marítimo, comenzó en 1986 su colección de arte contemporáneo cuando, al casarse con Mariví Larrucea, la pareja recibió como regalo de boda una escultura de Vicente Larrea. Esta pieza fue el germen de un fondo que hoy supera las 500 obras y donde el arte latinoamericano tiene un especial protagonismo, con trabajos mayores de Cildo Meireles, Vik Muniz, Ernesto Neto o Gabriel Orozco, que conviven con creaciones de artistas del resto de nacionalidades.

Meana, como José María Civit, Emilio Pi y Elena Fernandino, ha sido uno de los coleccionistas que se ha animado a hablar del papel que ARCO ha jugado en su afición por el arte contemporáneo en un ciclo de charlas desarrollado en Sevilla, Palma de Mallorca y Bilbao, que concluirá este martes en la Fundación Godia de Barcelona, donde presentará la colección Cal Cego su directora artística, Montse Badia.

En sus inicios la colección Meana puso énfasis en el arte vasco y todavía hoy los bronces de Larrea o los aceros de Pello Irazu y Txomin Badiola siguen provocando una intensa emoción. Meana y Larrucea se declaran "autodidactas" y comenzaron visitando estudios y dejándose asesorar por amigos artistas. Es la pasión lo que ha guiado sus compras, aunque la pareja ha sido sensible a la opinión de expertos como Pepe Cobo y ha invitado a otros, como el artista Guillermo Paneque, a seleccionar sus fondos para exposiciones temporales.

La colección Meana Larrucea no posee una estructura narrativa concreta, pero sí una vocación de abarcar los grandes nombres y tendencias de la escena latinoamericana y europea. Sus líneas de fuerza quedaron trazadas en la exposición Entre chien y loup (Entre perro y lobo) celebrada en mayo de 2013 en la Torre Iberdrola de Bilbao que sirvió de presentación pública de este acervo, una constelación de imágenes a través de las cuales Fernando Meana se muestra a sí mismo y que le valió a sus propietarios en 2007 el premio ARCO al coleccionismo particular.

Entre los puntos de partida conceptuales del conjunto figuran las indagaciones en torno a la dualidad realidad/representación que firman Dora García y Francis Alÿs; las series sobre objetos y lenguaje de Cildo Meireles, Joan Brossa, Paneque, Ignacio Uriarte o Franz Ackermann; y los trabajos críticos con las consecuencias de la globalización en el paisaje y sobre el fracaso de las utopías de Albert Oehlen, las instalaciones del onubense afincado en Sevilla Pedro G. Romero y las fotografías de Sharon Lockart, Robert Rauschenberg y Christopher Williams.

En el interés por la figura coinciden obras de Olafur Eliasson, Miguel Ángel Campano, Miguel Rio Branco, Curro González, Jirí Georg Dokoupil o Gabriel Orozco. El cuerpo desde una lectura de género permite trazar otra línea que liga obras de Cindy Shermann, Zoe Leonard y Francesca Woodman. La mirada poética y libre, cargada de posibilidades, favorece el diálogo entre los trabajos de Shirin Neshat, Vik Muniz, Cildo Meireles o Juan Muñoz.

La colección Meana Larrucea abarca pintura, escultura, fotografía y vídeo. Esta última disciplina ha sido asumida por una de las hijas del matrimonio, Estefanía Meana, coleccionista de videoarte, que ha encontrado en ese camino una vía para aportar nuevos elementos a los fondos atesorados por sus padres y se encarga ahora además del trabajo de documentación y catalogación de las piezas.

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