Lectores sin remedio

Apuntes para la bibliografía jerezana del siglo XXI

Portada del libro de Caballero Ragel Portada del libro de Caballero Ragel

Portada del libro de Caballero Ragel

NO era sencillo, hace poco más de un cuarto de siglo, documentarse históricamente sobre Jerez para un trabajo fin de carrera, una tesis doctoral o la preparación de oposiciones. Cierto que no eran pocos los fondos locales de la Biblioteca o del Archivo Municipal, y allí acudíamos en su busca. No teníamos teléfonos móviles para reproducir imágenes, tan solo la socorrida fotocopiadora, si bien pocos no todos los libros podían pasar por ella. Así que bolígrafo, papel y copiando que es gerundio. De este modo íbamos repasando los vetustos volúmenes de temática local que custodiaba nuestra centenaria Biblioteca: Rallón (S. XVII), Bartolomé Gutiérrez (S. XVIII), las guías de Cancela y Ruiz o de Bustamante y Pina (S. XIX), el ‘Discurso sobre las historias...’ de Bertemati (1883), los ‘Materiales para la historia...’ de Góngora Fernández (1901), etc. La ‘Historia de Jerez’ de Sancho de Sopranis (1964) era muy demandada, pues aunque discutida y ya superada, era mucha la documentación acopiada por este portuense de los libros y legajos que le servía su buen amigo Manuel Esteve.

En 1999, el catedrático Caro Cancela coordinó una historia integral de la ciudad en la que intervinieron historiadores locales como Aroca Vicenti, Aguilar Moya, De los Ríos Martínez o Rosalía González. Estos tres volúmenes publicados por la Diputación son, hoy por hoy, referencia bibliográfica insustituible sobre nuestra ciudad. Cuando empezaba el siglo, Clavijo Provencio y yo mismo recogimos lo más destacado de la historiografía local hasta esa fecha en el número seis de la Revista de Historia de Jerez. A partir del año 2000, los estudios y los estudiosos han eclosionado. Recién salido del horno están los “Apuntes para el urbanismo en Jerez durante el siglo XIX” (Tierra de Nadie), de Caballero Ragel, doctor en Arte, cuya tesis doctoral (2013) versó sobre este mismo tema. Ya han aparecido varias recensiones sobre esta obra, algunas de ellas en este mismo medio, por lo que no voy a describirla en detalle. Ciertamente, si los historiadores conocen el XIX por el “siglo de las revoluciones”, en Jerez debían llamarlo “el siglo de las obras”.

Caballero ha peinado varios archivos históricos (Ayuntamiento, Diputación, el Histórico Provincial) y la hemeroteca municipal para hacer un concienzudo estudio sobre las nuevas infraestructuras con que se fue dotando a la ciudad y trasladarnos a una urbe en crecimiento: el empedrado y la rotulación de las calles con placas de cerámica (1852) o de hierro fundido (1857), la traída de aguas de Tempul (1869), la laboriosa construcción del mercado de abastos (1885), el antiguo teatro de la calle Mesones (1885), el alumbrado eléctrico (1893), la proliferación de las bodegas… En definitiva, todos los ingredientes para pasear en el tiempo por una ciudad que se iba transformando camino del Jerez de hoy. Eso sí, siempre subyaciendo el raquitismo endémico de las arcas municipales. Hay cosas que nunca cambian.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios