Cultura

"La línea que separa lo juvenil de lo adulto es cada vez más difusa"

  • El escritor malagueño presenta hoy, en el Coloma, 'El péndulo', su primera incursión en la novela de adultos tras una exitosa carrera en la literatura juvenil

Con 55 años, Rafael Ábalos publica su primera novela para adultos. Pero no es ni mucho menos un recién llegado. Con su novela juvenil Grimpow, traducida a 25 idiomas, fue Libro del Año en Holanda y recibió la distinción de la International Reading Association Children's Book Award de Estados Unidos. Hubo incluso el proyecto de hacer un videojuego para Play Station. Ahora, con El péndulo, traza una historia apocalíptica, tanto que en ocasiones se confunde con la realidad... El autor estará hoy, a las 19,30 horas, en la biblioteca del IES Coloma. Será introducido por la periodista Isabel Noci y la profesora Ana Santos.

-Elucubra con la influencia de los masones en la creación de las Naciones Unidas. En este sentido es un argumento muy cinematográfico, hay muchas películas que juegan con el papel de los masones en la fundación de los Estados Unidos...

-Sí, se citan incluso en el libro. Pero ésta es una visión diferente porque este tema no se ha llegado a tocar en el cine. He generado una leyenda oculta sobre el origen de las Naciones Unidas y su concreta ubicación en Nueva York y en ese punto específico de Manhattan, enlazando con un juego literario a partir de El péndulo de Foucault de Umberto Eco. He tenido el atrevimiento de terminarle su novela, que no determina dónde se encuentra ese centro del mundo, el ombligo del poder.

-¿Qué sentía cuando escribía el libro y en los telediarios iban apareciendo noticias que no hacían sino mostrar el resquebrajamiento de Naciones Unidas?

-Sí, efectivamente ha sido así. Lo que yo hago es utilizar Naciones Unidas y Nueva York como símbolo de la universalidad, de ese mundo global al que parecía que nos dirigíamos, un poco con el propósito ideológico de los masones. Algo que evidentemente se ha debilitado, pero esa es la dinámica que trata de expresar la novela que desde la portada sugiere esa idea de dualidad con un péndulo que parece a su vez un ojo. Es un libro que empieza a hablar desde la portada. Esa oscilación del péndulo de un extremo a otro va a determinar si el futuro va a ser un avance o un retroceso de la humanidad. De hecho, en el libro hay acontecimientos que no se habían producido todavía cuando la estaba escribiendo. El atentado contra la Casa Blanca, el tipo que fue detenido con explosivos, los crímenes del loco de Oslo, el descubrimiento del terrorismo neonazi en Alemania... Todo eso está presente en la novela y eso puede ser el futuro, es la amenaza apocalíptica.

-El primer nombre real que aparece en la novela es el de Barack Obama. ¿Aparece como el salvador del mundo tal y como se le consideró cuando fue nombrado presidente de los EEUU?

-Por eso quería situar la novela en ese contexto histórico exacto, con el insólito ascenso de Obama y la aparición de un hombre negro ahorcado en Naciones Unidas. La llegada de Obama a la Casa Blanca ha provocado unas reacciones conspirativas contra ese anuncio de transformación que el propio Obama simboliza.

-Que en los tiempos que corren un presidente de los EEUU pretenda llevar a cabo una reforma en positivo de la Sanidad es casi subversivo...

-Claro, eso es una bomba. Pero tiene que ver con este tiempo que vivimos de mercados invisibles que se constituyen en auténticos conspiradores contra el sistema, esa dualidad entre verdades y mentiras... La globalidad está en entredicho. Nos desenvolvemos en una paranoia absoluta porque las noticias han adquirido una velocidad de vértigo y noticias de un impacto tremendo se quedan diluidas a día siguiente con todos los anuncios de caos. Eso crea una paranoia y se está instalando un miedo generalizado que es el que vive la propia protagonista.

-La protagonista de la novela es una periodista cultural. ¿Ha tratado de huir del estereotipo de periodista sabiondo, con la camisa arrugada, alcohólico y con el coche lleno de porquería de todo tipo?

-Quería huir del estereotipo heroico, que fuera una persona normal y que ni siquiera tuviera una gran vocación periodística. La cultura es un símbolo y lo dice la protagonista: "Mi sección es la de los retales del periódico". Eso es un peligro porque la prensa, los banqueros y los políticos están en descrédito ya que el sistema está en quiebra.

-¿Quizás la información política menos encorsetada se da en las páginas de cultura?

-Eso es seguro porque la cultura está más distante del posicionamiento ideológico.

-Con su novela Poliedrum hubo el proyecto de llevarla a la Playstation. ¿El péndulo es más bien un juego de rol?

-Tampoco la escribí con esa intención pero afloran esos elementos, quizás por mi trayectoria en la novela juvenil, porque atrapar al joven lector es muy difícil. Intento atrapar al lector en esta especie de juego de rol con personajes que no son estáticos y que se transforman con lo que va sucediéndoles. Aquí, el máster es la historia.

-¿De verdad hay tantas diferencias entre el público juvenil y el adulto? ¿No hay lugares comunes ya que el adulto quiere ser joven y el joven adulto?

-Todo lo que he escrito ha tenido un diálogo entre el yo juvenil y el yo adulto, que tenía la lectura subterránea de la historia. Quizás por eso he tenido los niveles de ventas que he tenido. La línea que separa lo juvenil de lo adulto es cada vez más difusa.

-¿Dónde ha quedado su carrera como abogado?

-Yo soy abogado, tengo un despacho sin tenerlo y cuando surge algún tema que exige fantasía para llevarlo adelante lo cojo.

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