Cultura

El obispo es ya miembro de honor de la Real Academia de San Dionisio

  • José Mazuelos ingresó ayer en la institución con una lección sobre bioética · En su disertación hizo valer, ante el numeroso público que acudió a arroparle, su triple condición de prelado, teólogo y médico

El obispo José Mazuelos es, desde ayer, miembro de honor de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras, una institución en la que ingresó con una auténtica lección sobre biética en la que hizo valer su condición tanto de prelado como de médico. En el acto, que fue presentado por el propio presidente de la Academia, Joaquín Ortiz Tardío, Mazuelos estuvo arropado por numerosas personas del ámbito de la cultura y la iglesia, entre los que se encontraban el delegado municipal de Cultura, Antonio Real, el presidente de la Real Academia Sevillana de Ciencias, José Luis Vicente Córdoba o el decano del Colegio de Abogados, Marcos Camacho.

El encargado de leer el acta de nombramiento fue el secretario de la Academia, Andrés Luis Cañadas. En su introducción, el obispo dijo ser totalmente consciente de que "mi elección para formar parte de esta ilustre corporación tiene que ver con mi ministerio episcopal. Y como obispo, tengo que decir que me siento muy honrado de haber sido elegido miembro honorario de esta docta casa, con lo cual doy las más efusivas gracias a su presidente y a todos sus miembros por este honor que hoy se me hace".

También aseguró tener claro que "esta casa, como centro de cultura, es también casa de la vida por su amor a la razón y a las artes humanas, que irradia amor al hombre y difunde valores espirituales que hoy son noblemente reconocidos y debidamente apreciados. De ahí que me vais a permitir en esta intervención invitaros a viajar al novedoso mundo de la bioética, que nos acercará a las cuestiones últimas del sentido de la vida humana".

Como se menciona anteriormente, Mazuelos realizó esta incursión desde su triple vertiente de médico, teólogo y obispo, "lo que me facilita viajar a la luz de la razón y al amparo de la fe, intentando vislumbrar un horizonte de entendimiento, tan necesario en nuestros días, para hacer crecer, junto al desarrollo biotecnológico del que hoy, afortunadamente disponemos, una cultura y una civilización de la vida en las que brillen el amor a la verdad y el respeto a la dignidad del ser humano".

El obispo defendió que el avance biotecnológico "no sólo contribuye al bienestar de la humanidad, sino que ha puesto en las manos del hombre el poder de manipular el ecosistema y su propia vida, conllevando la posibilidad de poder dañar la dignidad y los derechos del hombre se hace necesaria una reflexión ética y este es la tarea de la bioética". A Mazuelos no le dolieron prendas al señalar que "no toda la reflexión bioética reposa en una antropología que responda al amor a la verdad, sino que, en la postmodernidad, nos encontramos ante un reflexión cimentada en el individualismo, el materialismo y el subjetivismo que termina justificando una biotecnología que amenaza la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos".

Ante esta realidad, el obispo insistió en que "la iglesia no puede estar ajena, pues a ella se le ha confiado la verdad sobre el hombre revelado en Cristo Jesús. Y es precisamente esa su misión ante el avance biotecnológico: iluminar con la luz de la verdad del hombre revelado en Jesús de Nazaret una antropología y una reflexión bioética que ayude a humanizar la biotecnología. Es decir, que favorezca una avance biotecnológico que respete la dignidad y la igualdad e todos los seres humanos. Una biotecnología al servicio de todos los seres humanos y al servicio de los más débiles de la sociedad".

Mazuelos señaló además que "es precisamente la herencia a la vida bienaventurada la que nos mueve, por una parte, a no permanecer indiferentes ante mentalidades incapaces de comprender la verdadera dignidad y la grandeza del hombre y por otra, a iluminar con la luz de Cristo a nuestro mundo necesitado, hoy como siempre, de principios éticos que conduzcan a la justicia y al respeto que merece cada uno de los seres humanos".

También se mostró partidario de promover "un verdadero entendimiento con el mundo de la ciencia y la cultura, y las diversas instituciones implicadas que conlleve el respeto hacia todos los seres humanos, sin discriminación alguna en razón de la raza, sexo, desarrollo biológico o psicológico, y que se preocupe por el bien común, que es fruto del amor a la verdad, a la vida y a la dignidad humana".

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