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Diario de las Artes

Cuando lo mínimo abre perspectivas

Obra de Marina Parra. Obra de Marina Parra.

Obra de Marina Parra.

La Facultad de Bellas Artes de Granada es una especie de gran factoría que, desde sus inicios, ha ido sacando al espacio artístico nacional uno de los más lúcidos grupos de artistas que se ha dado en el arte español, probablemente, en todos los tiempos. Tal afirmación no es, ni mucho menos, una exageración aleatoria ni una gratuita ponderación de escasa justificación.

La relación de autores es amplia y conocida por todos los buenos aficionados: Santiago Ydáñez, Jesús Zurita, Paco Pomet, Marisa Mancilla, Paloma Gámez, Ángeles Agrela, Juan Francisco Casas, Simón Zábell, Carlos Aires, Pedro Cuadra, Andrés Monteagudo, Joaquín Peña-Toro, Aixa Portero, Marina, Anaya, Belén Mazuecos, Asunción Lozano, Jacobo Castellanos… y un larguísimo etcétera. Artistas de toda Andalucía se han formado en sus aulas con un profesorado interesado, sabio, motivador y consciente con la realidad artística de ahora y de siempre: Carmelo Trenado, Paco Lagares, Soledad Sevilla, Rosa Brun, Asunción Jódar, María Luisa Bellido, Pedro Osákar, Francisco S. Montalbán… y, también, un largo etcétera que han puesto el arte que se hacía en Granada en lo más alto de cuanto acontece en el universo plástico español. Varios han sido los artistas nacidos en Jerez cuya referencia artística es la facultad granadina: Alejandro del Valle, Marta Menacho, Natalia Domínguez, Cecilia Prieto o Marina Parra, por citar sólo algunos. Precisamente esta última, Marina Parra Ballesteros, presenta su obra en la galería de la jerezana Calle Alvar López, dejando constancia de un patrimonio pictórico que se nos antoja distinto, con una realidad representativa bastante personal donde se adivina un original establecimiento de la forma, tanto la que compone la estructura ilustrativa como la que desentraña los esquemas de lo real.

La obra que Lucía y Marina Franco han llevado hasta el céntrico espacio expositivo que se encuentra en la que calle que transcurre desde la Plaza Plateros hasta detrás de la Biblioteca Pública de la Alameda del Banco plantea una serie de postulados representativos que nos descubren, en primer lugar, a una artista que sabe lo que quiere decir y, en segundo lugar, lo hace con soltura y una visión muy personal de lo real. Traslada hasta los soportes un mínimo desarrollo representativo, con muy pocos elementos constitutivos y unos desenlaces coloristas muy contenidos, con el dominio de las gamas tierras y negras suscritas por la determinante posición de los blancos que definen los rostros de las personas representadas. Son composiciones con una fuerte carga ilustrativa, sin que tal consideración redunde negativamente en el general concepto plástico de la obra; todo lo contrario, abre esquemas estructurales y marca novedosas rutas en el conjunto de la propia representación.

Las obras de Marina Parra manifiestan el conocimiento de una buena disposición escenográfica, planteando un discurso plástico estrictamente desarrollado que deja en suspendo los exuberantes argumentos realistas para abrir los esquemas de un expresionismo básico donde lo mínimo es infinitamente más.

La exposición nos sitúa en los amplios posicionamientos de una figuración que se rige por buenos criterios representativos y que abre las perspectivas de una pintura en la que tiene cabida los más dispares planteamientos, esos que nos hacen partícipes de una realidad creativa donde sobresale las buenas argumentaciones de lo que está realizado con solvencia y máximo criterio.

Continúa la programación de una galería que no ceja en el empeño de que la oferta artística llegue, sin solución de continuidad, a todos los estamentos.

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