Cultura

La música como pretexto

  • María del Mar Bonet ofreció el domingo un concierto intimista en el que invitó a un paseo por algunas de las canciones más conocidas en su trayectoria

María del Mar Bonet nos presentó en la desapacible y fría noche del domingo una propuesta escénica en la que nos invitó a un paseo por aquellas canciones que forman parte de su paisaje más vital, piezas que han venido acompañándoles a lo largo de su vida pero que rara vez suele interpretar en sus conciertos.

Es muy común encontrar diferencias entre las creaciones de un intérprete musical y lo que le gusta de los demás artistas de su entorno, ésta, curiosamente, es una de las maneras de retroalimentarse así mismo y formular su aventura artística.

Son ya cuatro décadas dedicadas a la música y este es un sentido homenaje a esas canciones y melodías. Terra Secreta es un disco de puertas para adentro, lleno de intimidad cuyo eje común es la mediterraneidad, algo que indudablemente sólo se puede sentir cerca de este inmenso paraje marino, de este paisaje. No es por tanto una propuesta musical desigual aún cuando aborda modelos melódicos diversos y en los que la poesía sirve para hacer gavilla.

Quiso en su espectáculo mostrarnos mundos interiores en los cuales la palabra escrita y expresada en catalán servía de pretexto, prescindiendo a lo largo de la noche de aquellos éxitos que le han venido acompañando durante estos años. Fue un viaje a ninguna parte en el que los compañeros de camino fueron las voces y el susurro de un universo común. Por momentos nos sentimos junto a Robert Graves, Ovidi Montllor, Serrat, Sopeña y hasta el Rei Dionis de Portugal. Y nos dejamos acompañar por las composiciones del nunca bien ponderado Guillem d´Efak, de Toti Soler y Haris Alexiou, entre otros.

La compositora balear posee unas maneras muy particulares de articular su universo sonoro, un mundo que más que cantarse se susurra, la obra de María del Mar Bonet necesita, especialmente en quienes no la siguen habitualmente, todo un proceso de maduración, sólo así se la podrá apreciar, como quién gusta de una obra escultórica o de un cuadro, la música también debe tener asiento.

La Bonet es exigente a la hora de escoger músicos, de ahí que sus acompañantes tengan muy claro que elementos necesita su entorno para que se sienta segura y cómoda en escena y a buen seguro los consiguieron.

La noche anduvo tranquila de público, a lo mejor, ni era el día ni el lugar adecuado pero al final disfrutamos serenamente de un concierto que por intimista pudo parecer denso en algún momento. Si en algún momento se tuvo la sensación de asistir a un evento meramente musical anduvimos en el error, la noche del domingo iba muchos más allá, la poesía y el amor nos sustrajeron el alma y la música, como es habitual, sirvió de pretexto.

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