Cultura

Los neoyorquinos se rinden a los encantos de la mujer flamenca

  • La gala de Carmen Cortés, Rafaela Carrasco y Olga Pericet en el New York City Center propone un diálogo entre tradición y vanguardia.

Recuerda Carmen Cortés que el flamenco vive una antigua historia de amor con los espectadores norteamericanos. “Desde Carmen Amaya todos han pasado por aquí: la Argentinita, Pilar López...”,  enumera la bailaora para demostrar cómo desde hace décadas el auditorio caía rendido a la autenticidad de sus actuaciones. “Si es verdad lo que haces, llegas a la gente”, argumenta la bailaora sobre este viejo idilio que se prolonga en el tiempo. Cortés confirmó la noche del jueves en Nueva York, también un día antes en su paso por Washington, que el público continúa arrebatándose cuando alguien se entrega sobre el escenario con descarnada honestidad: la gala que ella protagonizó con Rafaela Carrasco y Olga Pericet en el New York City Center, y que abría la programación del Flamenco Festival en este espacio tras diversas actividades en otros centros, se cerró con una larguísima ovación. Desde un brillante comienzo en el que los neoyorquinos celebraron las primeras muestras de talento con un sonoro aplauso, el entusiasmo no decayó en todo el espectáculo. Cortés, Carrasco y Pericet, también la compañía de bailarines que colabora habitualmente con la segunda, disfrutaron sobre el escenario y contagiaron a los asistentes. Como apuntaba Carrasco antes de la función, “es una obra en la que la gente no tiene que pensar, sólo disfrutar”.

Aunque, como apuntan las protagonistas, “en el flamenco hay mucha diversidad para entender esta gala como una representación de lo que hay”, la propuesta puede verse como un compendio de miradas dispares a un mismo arte, o como un diálogo entre el respeto a un legado y la pujanza irrefrenable de quienes quieren aportar nuevas ideas. Cortés asume que, por su veteranía, ha quedado como una defensora de las viejas esencias. “Al principio se me trataba como vanguardista, pero ahora me ha tocado encargarme de la templanza, del baile visceral templado. Todo tiene su momento. Olga y Rafaela son más jóvenes, necesitan hacer lo que están haciendo ahora”, afirma, aunque matiza que con la edad “se sigue buscando, pero de otra manera. Es otro tipo de inquietud: lo que haces es intentar sentir y acariciar el origen del flamenco, del pueblo”.

Carrasco y Pericet aportan una mirada renovadora, pero podrían tomarse como ejemplo de unas generaciones que compaginan el riesgo con la conciencia del peso de la tradición en su identidad como creadores. “Si tú conoces de donde vienes, puedes saber adonde quieres ir. Y, sobre todo, pensamos que inventamos, pero todo está hecho ya”, expresa Carrasco. Pericet, a la que siempre le ha gustado “compartir escenario con otros, porque así aprendes”, confiesa que tiene en la maestría de Cortés un referente. “Cada vez que Carmen baila yo la miro, sé que ahí hay algo que tengo que coger”, manifiesta.

Tanto Pericet como Carrasco regresarán en estos días al New York City Center, dentro del cartel del Flamenco Festival, un encuentro por el que pasarán unos 150 artistas y que además de Nueva York y Washington también llega a Boston y Miami. Después de la actuación, ayer, de otra Carrasco, Manuela, con Suspiro Flamenco, Pericet representará hoy Rosa, metal, ceniza, un montaje en el que explora su idea de la transformación y viaja con su poderosa expresividad por estadios como la feminidad y la vida, la fuerza y la lucha o la muerte y la renovación. La cordobesa, por cierto, confiesa su ilusión porque el ciclo Flamenco viene del sur le permitirá mostrar en Córdoba, su ciudad, esta creación. “Por fin después de tantos años vuelvo a mi tierra”, asegura desde otro continente. Rafaela Carrasco, mientras, vuelve mañana al City Center con Vamos al tiroteo sin sentir presiones “porque como tiene ya cuatro años nos da la seguridad de un espectáculo rodado”. La bailaora presentó esta obra en la Bienal de Sevilla, pero no tendrá propuesta propia en la próxima edición de la cita. “2012 me lo planteaba como un año sabático, para investigar, porque en lo que hago hay mucho trabajo de mesa.

Quizás estrene en el Festival de Jerez, pero en la Bienal no: no da tiempo y no quiero forzar las cosas”. Proyectos sigue habiendo, pero la situación económica frena a menudo la necesidad de expresarse: Cortés, por ejemplo, ha cancelado alguna actuación prevista porque los organizadores no le aseguraban el pago. Su talento sabe cómo subyugar a los espectadores, pero lidiar con la crisis es otra historia. 

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