Cultura

El paseante ingenuo

Dice Stendhal, al abrir su Rojo y negro, que "la novela es un espejo que se pasea a lo largo del camino". Maupassant, fiel a este principio naturalista, ha sustituido, no obstante, el espejo del señor Bayle por las andanzas de un burgués parisino, cuya figura cómica ejerce aquí de reflectante y de caricatura de la Francia endomingada de finales del XIX. Los domingos de un burgués en París es, pues, una nouvelle de intención satírica; a pesar de lo cual, el noble corazón de Maupassant no le permite ir más allá de una burla tierna y conmovida, que lo inhabilita como denostador de aquel formidable invento de la Revolución: el buen burgués, acremente retratado por Balzac, siguiendo una fuerte pulsión de su siglo.

Dos son las obras que nos recuerdan inmediatamente estos domingos parisinos: el Bouvard y Pécuchet de Flaubert, maestro absoluto de Maupassant, y El hombre de la multitud de Poe. Por el primero, asistimos a la cándida impericia y la resuelta estupidez de dos buenos burgueses, metidos a eruditos. Por el segundo, nos encontramos con la novedosa figura del flanêur, del paseante insomne, que fatiga las calles de la metrópoli, sumido en el vertiginoso brillo de sus luces. Walter Benjamin tiene escrito mucho sobre este caminante impar, hijo de la industria y del comercio, y que preludia nuestro paso apresurado y ciego por las urbes. El buen Patissot, no obstante, es un flanêur por prescripción médica. Y es esta recomendación banal y salutífera la que le lleva a visitar las afueras de París, con tanto candor como torpeza. Patissot, funcionario ecuánime y avejentado, busca la diversión y el amor por las orillas del Sena, y lo que encontrará es una extraordinaria plaga del mundo moderno: el ejército de domingueros que vivaquea y goza del descanso dominical, convertido en hosca muchedumbre. También encontrará a hombres absortos en su desgracia y extravagantes sabios que abominan del sufragio universal... Uno tras otro, de los capítulos de esta pequeña y divertida obra, lo que emerge no es otra cosa que la gran ciudad, y su soledad urgente, y esa nueva humanidad nacida con el alumbrado público.

Guy de Maupassant. Trad. Manuel Arranz. Periférica. Cáceres, 2014. 136 pçaginas. 15,50 euros

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