Artistas de jerez

Pepe Basto, pintor con denominación de origen

Pepe Basto, ante una de sus obras.

Pepe Basto, ante una de sus obras. / Miguel Angel González

Es de los pintores que en Jerez se le conocen en todos los sectores ciudadanos. Todos están al tanto de su trabajo, saben de la realidad de su pintura, de su solvencia en la representación de las viñas existentes en los pagos que circundan sus campos, de sus límpidos paisajes donde se ilustra esa naturaleza que envuelve los bellos entornos de la ciudad. Pepe Basto es pintor de realidades, de concreciones, de inmediatos encuadres donde tienen cabida todo lo que la mirada acierta a abarcar.

Lleva siendo pintor de Jerez desde siempre - sólo una brevísima estancia en Rota lo retiró de Jerez - . Formó parte de la generación de autores que heredaron la figuración de aquella pintura jerezana con muy buenos hacedores. Al principio, trabajó, codo con codo, formando tándem artístico, con Juan Ángel González de la Calle, consiguiendo con su pintura, de rápida ejecución, ese poderoso oficio que lo anima; ese que hace manifestar lo real de forma contundente, sin reveses. De ahí parte todo, ese conocimiento absoluto de lo que se ha de cocer en el taller ante el caballete. Pepe Basto es artista que sirve de referencia; pintor determinante en la evolución de la pintura realista que se ha realizado en Jerez. Él asumió los planteamientos figurativos tan esenciales en el desarrollo de la pintura de la ciudad y le dio un sello personal, un mayor poder plástico que aplacó los intereses absolutos de lo tradicional para posicionarlos en un discurso con más intensidad pictórica, con más contundencia expresiva y con unos desenlaces plásticos de mayor solvencia y entidad. Su pintura evolucionó pausadamente, con seguridad, abriéndose a factores de mayor responsabilidad formal y enjundia creativa. Siempre ha tenido la figuración como sistema central de su pintura, afrontando muchas situaciones representativas que ha ido depurando en un constante sistema ilustrativo que marcaba acertadamente las posiciones de la realidad.

Una de las viñas de Pepe Basto. Una de las viñas de Pepe Basto.

Una de las viñas de Pepe Basto.

En el patrimonio pictórico de Pepe Basto resaltan los valores naturales del realismo, aquellos que trasladan, de manera solvente, los registros de la concreción, desarrollando todo el entramado que la mirada abarca. Precisamente en esa difícil facilidad que otorga un oficio tan bien aprendido y llevado a cabo a la lo largo de su carrera, su pintura surge con gran pureza, limpia, fresca y sin excesivos efectismos, esos que tanto desvirtúan los discursos y hacen superficiales las propuestas. Pepe Basto es un pintor que sabe dar sentido al paisaje de los campos de Jerez; un paisaje que el artista equilibra con una acertada representación, una rigurosa estructura constitutiva, una sabia utilización de las gamas cromáticas - sobre todo aquellas que sirven para conformar la difícil manifestación de las tierras de albariza y las que desentrañan las añosas cepas centenarias - y una sutil ejecución de las atmósferas que envuelven los campos que representa.

La obra de Pepe Basto sigue asumiendo los criterios de esa pintura que el público le demanda y lo hace a cara descubierta, sin trampa ni cartón, desentrañando los postulados de una pintura consciente, realizada por un pintor trabajador, que dispone una conciencia creativa sin fisuras y que desarrolla el ideario artístico en el que cree y desde el que plantea un trabajo personal y lleno de sentido. Un ideario que él adopta porque en él cree, porque así lo ha querido y porque está convencido de que, por ahí, es por donde debe caminar y por donde sus demandantes así lo quieren. Lo hace sin complejos, seguro y dando rienda suelta a un pintura que no ofrece la menor duda.

Otra obra de Pepe Basto. Otra obra de Pepe Basto.

Otra obra de Pepe Basto.

Aunque los dos núcleos creativos de Pepe Basto se relacionan esencialmente con el paisaje y con las viñas, su pintura es mucho más amplia y, a lo largo de estos años, lo hemos visto desarrollando obras de amplia estructuración figurativa, como esas marinas donde, también, nos plantea una contundente pintura, portadora de esenciales registros cromáticos y rigurosos desarrollos lumínicos hasta componer un paisaje marítimo, lleno de entidad cromática, solvencia pictórica y acertada formulación estética. Incluso, lo hemos visto participando de una pintura que se aparta diametralmente de su realismo incuestionable y se acerca a posiciones de mucha menor concreción y de formulación matérica.

Los paisajes de Pepe Basto se articulan desde muchos matices; sistemas creativos que domina y a los que sabe sacarle el máximo partido; distribuye acertadamente los espacios y su conformación plástica, concede un rigor extremo a los tonos conformantes y acentúa con absoluta trascendencia las posiciones lumínicas; todo posibilitando una realidad expresiva que atrapa la vista y la hace circular por poderosos estados de emoción. Muy sugestivas y de importancia capital en el transcurso de su carrera, han sido esas centenarias cepas jerezanas, que tan especialmente pinta y que se nos aparecen como particulares esculturas pintadas que Pepe Basto, sabe modelar como nadie y a las que extrae su infinito valor plástico. El artista pinta como esculpiendo las formas imposibles que se retuercen creando misteriosos juegos estéticos que protagonizan pellizcos plásticos de inquietud y que, en sus infinitas formas, establecen realidades artísticas que van más allá de sus básicas posiciones concretas.

Es Pepe Basto un pintor necesario que suscribe una pintura que él ha hecho personal y que pone las bases eternas de la pintura clásica, esas que el domina desde su impactante oficio, capaz de acceder a cualquier situación y plasmar una pintura con denominación de origen.

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