Cultura

El pesimismo de un hombre en la soga

Es complicado catalogar a Nicholas Ray. Para mí siempre será ese anciano que hacía que se colgaba de una soga y como última frase decía ":..y dejad a los demás balancearnos". Era un ejercicio de sus alumnos universitarios que se llamaba Nunca volveremos a casa que estaba preñado del pesimismo que transpiraba la obra de este hombre fuera de tiempo que se ganaba el dinero en la industria de los años dorados y que firmó ese alegato de rabia que ha pasado a la posteridad gracias a la presencia de James Dean, Rebelde sin causa. No es su mejor película, pero sí un acopio. Hubo muchos personajes que trató que no tenían la leyenda de James Dean encarnándolos. Pero su discurso es el mismo: yo no he pedido estar aquí y, además, yo no quiero estar aquí. Una de sus obras menores es explícita. Se trata de La verdadera historia de Jesse James, un western a contramano donde se exponen las razones de la venganza, pero que es una vez más ese nunca volveremos a casa, una vez más es ese para esto, mejor no haber venido. Triste, como el siempre triste (y grande) Nicholas Ray.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios