Cultura

"El teatro público tiene que garantizar un tipo de trabajo que no ofrece el privado"

  • Más de 20 años en la resistencia con Ur Teatro avalan a esta filóloga experta en Shakespeare al frente de la compañía que fundó Marsillach · "En Andalucía hay una sensibilidad especial al hecho escénico", sostiene

El entusiasmo con el que Helena Pimenta (Salamanca, 1955) ha tomado las riendas de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) -proyecto fundado por Adolfo Marsillach hace ahora 25 años- se percibe en la pasión con la que habla de cada uno de los proyectos que tiene en marcha: además de la producción de nuevos montajes teatrales sobre la obra de nuestros grandes dramaturgos, Pimenta lidera un equipo que trabaja en el impulso definitivo de la Compañía Joven, el salto a Iberoamérica, el censo de actores para teatro clásico o el asesoramiento en literatura dramática a centros educativos. Es, básicamente, el lema que llevan a gala las compañías privadas pero ahora desde el terreno de lo público, es decir, hacer mucho con poco, algo que Pimenta, experta en la obra de Shakespeare, ha llevado a cabo durante más de 20 años al frente de su compañía, Ur Teatro. Su reto más inmediato es abordar, desde la sensibilidad de un siglo XXI azotado por la pesadilla de la crisis, la pérdida de valores y referentes, la cima de la obra de Calderón, La vida es sueño, en un montaje que recorrerá toda España.

-¿Por qué este título en tiempos de incertidumbre?

-Es una obra que ejerce una fascinación enorme. La incertidumbre que nos ocupa es muy propia del mundo de Calderón. Esa atmósfera de pesadilla, pero sobre todo de sueño como construcción de uno mismo, como búsqueda de la libertad y de la dignidad humana que plantea en la obra, es algo muy importante en este momento.

-Blanca Portillo encarnará a Segismundo, ¿por qué ella para el papel de un hombre?

-El hombre como símbolo de la humanidad puede tener una dimensión nueva, hasta ahora no alcanzada, de la mano de una actriz tan sólida como Blanca, que es una de las mejores intérpretes a nivel europeo. Su vinculación al teatro clásico, como la de muchos actores, es algo que necesita cada cierto tiempo. Pretendo que la incorporación de intérpretes consolidados junto a actores de otras trayectorias sea un sello de la nueva etapa.

-¿Es Calderón el más vigente de los autores del Siglo de Oro?

-A Calderón no se le ha tratado todo lo bien que debería porque se le atribuyó una ideología que le apartaba de una visión más moderna, y, sin embargo, en Europa han sabido captar la complejidad de su discurso. Con la CNTC se ha hecho hasta ahora cuatro títulos y seis montajes. Es uno de nuestros grandísimos, así que cuanto más lo exploremos escénicamente, más descubriremos de él.

-Uno de sus retos es acercar la CNTC a toda España. ¿Cómo es la acogida de los programadores al teatro clásico?

-La exhibición en todo el país es algo lógico y que hay que buscar. Cuando nace el proyecto de la CNTC, la idea de Marsillach fue que se viera en otras ciudades, el problema es que entonces no había tantos teatros dotados técnicamente para montajes de este calado. Hoy ya hay ciudades habituales para la compañía, como Jerez y Sevilla, y la idea es estar más días en cada plaza. Por la cantidad de festivales que ha habido y la tarea de la CNTC, el nivel de recepción del teatro en general ha subido mucho. El espectador reconoce que en la palabra está nuestra memoria. Independientemente de que se presente de una forma más o menos actual, lo importante es que se trabaje escénicamente desde nuestra sensibilidad, no intentando hacer museos. El público se sorprende cuando con ese ritmo, con esa versificación a la que no estamos habituados, entiende el texto y lo aplaude. En Sevilla, habrá una colaboración constante con el Lope de Vega.

-Fue nombrada por la ministra Sinde para este cargo, al que llegó en septiembre, por un periodo de cinco años. ¿Qué sensibilidad ha encontrado en el Gobierno popular?

-A los pocos días de haber sido designado el secretario de Estado de Cultura [José María Lasalle] estaba viendo la obra de Ernesto Caballero, su actitud ha sido de mucho interés, muy abierta. En honor a la verdad, no puedo tener ninguna queja. En una reunión con varios directores de las distintas unidades se nos dijo que hay que ser muy conscientes del momento que atravesamos y de que se trabajará en la austeridad sin perder la calidad.

-Este aprovechamiento de los recursos es algo que ya trae aprendido de su etapa en Ur Teatro.

-Desde que llegué, el sentido común te llevaba a optimizar todos los recursos y a abrirnos al máximo número de profesionales que pudieran ofrecer su talento con nosotros. Esto requiere mucha dedicación: rehacer calendarios, calcular y recalcular presupuestos. Todo mi equipo viene del teatro de resistencia. El teatro público tiene que ofrecer medios que puedan garantizar una creatividad y un tipo de trabajo que no puede ofrecer el teatro privado.

-Actualmente, la CNTC trabaja en la creación de un censo de actores de teatro en España a través de audiciones, ¿cómo ha sido la experiencia?

-Estamos trabajando en un directorio de actores y actrices de todas las edades, que reúnan las características que exige el teatro clásico. Será una herramienta para los futuros montajes de la compañía, pero también para otras compañías de teatro clásico que requieran de nuevos intérpretes para sus obras. Hemos pasado audiciones a unas 1.300 personas, incluso venidas de fuera de España. Ha sido un trabajo muy grande pero reporta muchísima satisfacción. Además, se han presentado unas 300 personas, de entre 18 y los 28 años, de las que hemos seleccionado 28 para el proyecto de la Compañía Joven de Teatro Clásico. Y estos jóvenes pasarán por una etapa de formación entre noviembre y diciembre de 2012 y empezarán a principios de 2013 con su propio montaje. La idea es que muestren su espectáculo, cuyo título aún está por elegir, en espacios no convencionales para potenciar esta relación con los jóvenes.

-Atalaya, Teatro Clásico de Sevilla, algunos montajes del CAT. ¿Hay una sensibilidad especial al teatro clásico en Andalucía?

-Yo así lo veo. Hay una sensibilidad al hecho escénico y muy en particular a ese lenguaje del teatro clásico. Esa manera de entender el mundo, ese ingenio, esa comicidad se aprecia en los intérpretes de aquí.

-Uno de los retos que se planteó con su llegada fue el salto de la compañía a Iberoamérica.

-Estamos trabajando con el Teatro Solís de Montevideo y con el San Martín de Buenos Aires. Latinoamérica es un lugar de destino lógico por la lengua y luego tenemos el proyecto acudir a países europeos que hasta ahora no se ha abordado por la dificultad del idioma. Estamos trabajando para poder intercambiar obras con Inglaterra y Francia.

-Es la primera directora de la CNTC y además es filóloga ¿cómo valora esta continúa lucha contra el sexismo en el lenguaje?

-Soy filóloga de inglés y francés y me muevo en el mundo de la palabra. Me ha resultado siempre un poco inquietante que haya que repetir masculino y femenino cuando se está hablando, al menos no es lo más útil. Soy muy consciente de que cuando dirijo un espectáculo mi mirada es diferente a la de un hombre porque mi experiencia de vida es distinta. El mundo femenino necesita mayor visibilidad y seguir luchando para erradicar el modelo patriarcal, pero emperrarse en una lucha rígida en el lenguaje es complicado. En la empresa privada, en los altos cargos, no deja de ser noticia la llegada de una mujer porque hay muy pocos modelos femeninos. Soy consciente que, como género, soy un modelo ahora.

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