Cultura

Los sueños revolucionarios y de libertad inundan la Mostra de Venecia

  • La iraní Shirin Neshat y el italiano Michele Placido presentaron ayer sus historias

Dos sueños muy diferentes se dieron cita ayer en la competición oficial de la Mostra de Venecia: el revolucionario de 1968 en su versión italiana, con Il grande sogno, y el de libertad en la Teherán de la época del Sha de Irán, en Zanna bedoone mardan (Women without men).

Mientras el actor y director Michele Placido hace una recreación benevolente de las protestas estudiantiles en Italia con un filme entretenido y realista pero sin mucho que aportar, la iraní Shirin Neshat utiliza una vía mucho más poética, de una extrema belleza formal y con una buena carga crítica para contar la falta de libertad de las mujeres a finales de los años cincuenta en Irán.

Zanna bedoone mardan está ambientada en 1953, durante el derrocamiento del entonces primer ministro iraní Mohammad Mossadegh, en un golpe de estado orquestado por la CIA. A través de la vida de cuatro mujeres de diferentes estamentos sociales, Neshat juega con la sutileza y los silencios para mostrar las dificultades a las se enfrentaban, en términos de falta de libertad, violencia y escasez de oportunidades.

Un contenido extremo para un ejercicio formal igual de extremo, en el que la belleza de las imágenes contrasta con la dureza de la realidad de la historia.

"El punto central de la película es la cuestión de la libertad y la democracia, la lucha de las mujeres y del pueblo de Irán, y, sobre todo, cómo las cosas no han cambiado desde el momento en el que se desarrolla la película, explicó Neshat, que debuta con este filme como directora. Al respecto, agregó: "La gente ha cambiado, los dictadores han cambiado pero todo sigue igual".

Frente a esa realidad, Michele Placido ha querido ofrecer su visión de cómo se vivió el revolucionario 1968 en Italia. El director ha construido el filme a partir de sus recuerdos personales, ya que llegó a Roma en 1967 y durante dos años trabajó como policía, precisamente en la época de las revueltas estudiantiles.

"He contado mi historia, la historia de Michele Placido", explicó el director en una rueda de prensa en la que se mostró bastante alterado por las preguntas sobre el contenido político de la historia.

"No hay conclusiones políticas en mi película. Es una especie de diario íntimo. Quien quiera que lo entienda y, si no, me da igual", zanjó. Una película cuyo eje central es la toma de conciencia de las desigualdades sociales por parte de dos hermanos -Laura y Andrea- de una familia acomodada, que estudian en la universidad y se introducen poco a poco en el movimiento estudiantil.

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