Cultura

Para seguir creyendo

YA hemos escrito en otras ocasiones sobre las características de esta sala portuense que, aparte de su gran belleza, patrocina uno de los espacios expositivos con más sentido museológico de cuantos existen en Andalucía. La antigua sede la Compañía Eléctrica ha sido rehabilitada profundamente y estructurada para que sus estancias, a dos alturas, ofrezcan unas espléndidas posibilidades y permitan, con las mayores y las mejores garantías, todo tipo de muestras expositivas. Sin lugar a dudas, podría ser todo un espacio referente y destino de las más importantes exposiciones de arte de la provincia.

Por eso, es interesante que esta sala portuense recobre el pulso expositivo con muestras poseedoras del mayor rigor artístico. El espacio de la Plaza Isaac Peral bien merece una programación rigurosa y con los más adecuados planteamientos.

No es, en absoluto, un desacierto, incluir la obra de Jesús Rosa en un programa expositivo serio. El pintor jerezano es uno de los artistas más personales de nuestro entorno inmediato. Poseedor de un lenguaje particular y con una visión preclara de la situación pictórica, para la ocasión, nos presenta dos aspectos distintos de una pintura que transcurre por un escenario de imágenes donde lo pretérito y lo inmediato mantienen un diálogo silente con las actitudes de los personajes y la estructuración del espacio como ideal vehículo para que, desde él, ofrezcan su ilimita formulación de intenciones.

Por un lado el artista nos conduce por esa escenografía cenital que deja en suspenso la lineal visión de una realidad que, aquí y de esa forma, desentraña nuevas circunstancias físicas y, sobre todo, argumentales. Sus personajes, extraídos de un pasado cercano, de una iconografía abierta y con muchos matices, recrean situaciones ambiguas y mantienen episodios expectantes donde todo es susceptible de llegar a realizarse dentro de esa inestable imposibilidad.

Por otro, el autor recrea episodios dispares, también con los espacios estructurados desde ese particular prisma óptico que diluye las fronteras habituales y patrocina una nueva concepción del espacio y de las formas.

Jesús Rosa nos sigue ofreciendo una pintura para creer en ella; para seguir ilusionados con arte al que sólo hace falta dotar de verdad y dejar, atrás, espúreas manifestaciones de interesados planteamientos erróneos.

La exposición portuense nos vuelve a situar en las comprometidas estructuras pictóricas de un artista que sabe lo que hace y, además, nos posibilita el feliz encuentro con uno de los espacios más bellos de cuantos existen. ¡Que continúe!

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