pepón nieto. actor

"No hay que ponerse sesudos por adaptar a Terencio, lo que queremos es divertir"

  • El intérprete pisará el 24 de abril las tablas del Teatro Villamarta con 'El eunuco', una comedia sobre la búsqueda y la celebración del amor Durante la semana próxima hace parada en Sevilla

El amor produce a menudo singulares transformaciones y extrañas imposturas: Terencio ideó la historia de un joven que cae rendido a los encantos de una esclava y se hace pasar por un eunuco para entrar así en la casa en la que vive su amada. En esta comedia que toma el nombre del personaje suplantado, El eunuco, deambulan además otros cuantos corazones perplejos en busca del afecto. Pepón Nieto, uno de los actores de un reparto coral y coproductor del espectáculo, analiza las claves de una obra que triunfó en el pasado Festival de Mérida y que estará en el Lope de Vega la semana próxima, del viernes 12 al domingo 14.

-Montaron esta obra, cuenta usted, como "una fiesta" en la que querían que los espectadores se divirtieran. El Premio del Público en el Festival de Mérida les demostró que no iban muy desencaminados...

-Sí, ésa era la idea, las comedias en el teatro grecolatino siempre se planteaban como una fiesta y nosotros queríamos recoger ese concepto de lo lúdico. Que la gente se fuera del teatro con ganas de seguir disfrutando, de irse a cenar, o a tomarse una copa o a bailar. Y de celebar el amor, que en definitiva de eso va la obra.

-Ese amor del que habla, o su búsqueda, meterá en un buen número de situaciones ridículas a los protagonistas.

-La obra podría resumirse en que son nueve personajes desesperados buscando el amor. Unos lo hacen en el sitio equivocado y se dan cuenta de que tenían que mirar hacia otro lado, otros lo buscan pero son muy celosos y no terminan de encontrarlo hasta el final, otros viven ese amor con las hormonas revolucionadas... Y también hay muestras de amor maternofilial al final de la función. Todo ronda alrededor de eso, a través de ese concepto, del amor.

-El eunuco le permitió subirse por primera vez a un escenario tan impresionante como el de Mérida.

-Es muy mágico, se hace al aire libre, de noche, con 3.000 localidades, es el teatro más grande de España. Que estuviera lleno desde el primer día fue un subidón para todos. Pero fuimos con un sentido de la responsabilidad muy fuerte. Anabel Alonso, Pep Antón Gómez, el director, y yo, íbamos como productores. Presentábamos un proyecto en el festival y en el teatro más importantes de este país y eso da miedo, pero todo lo bueno que nos podía ocurrir nos ha sucedido. Ahora estamos disfrutando mucho recorriendo el país con la obra, y estaremos en Madrid de enero a marzo y luego continuamos de gira hasta diciembre de 2015. Mérida fue un espaldarazo maravilloso para que todos los programadores quisieran tener el espectáculo.

-Alguna vez ha definido a su personaje como "un militar fanfarrón que se cree un dios".

-Sí, es así, es un militar fanfarrón y se llama Fanfa. Es alguien muy pagado de sí mismo, que se cree que todos deben cumplir lo que él dice, pero lo bueno de este personaje es que aunque tenga esta actitud durante toda la función los espectadores comprenden desde el principio que es un pobre desgraciado. Mi personaje y el que interpreta Jordi Vidal, que se llama Pelotus, son un poco la pareja de clowns de la función, los más payasos, los más histriónicos.

-Alguna crítica ha asegurado que estamos ante el mejor Pepón Nieto en años. ¿Cree que este Fanfa podría ser una de las cimas de su carrera?

-Yo no hago mucho caso a las críticas, ni a las malas ni a las buenas, porque o te hundes o te crees lo que no eres. Todos ponemos el alma y la energía para hacer nuestro trabajo lo mejor que podemos. Es una obra muy coral donde ningún personaje sobresale más que otro ni tampoco ningún actor, y nosotros disfrutamos muchísimo la función. Parte del éxito se debe, creo, a que aunque no seamos una compañía, sino un grupo de gente que se ha reunido para hacer un espectáculo, cada uno con su forma de entender el escenario, hemos logrado tener un equipo cohesionado, todos hablamos el mismo lenguaje.

-El reparto incluye a actores sobradamente conocidos como Anabel Alonso, Alejo Sauras, Marta Fernández Muro o usted, pero también revela el talento de María Ordóñez, que ganó el Premio Ceres a la Juventud.

-Anabel y yo queríamos levantar este proyecto y por eso somos coproductores junto a Pep Antón, y reclutamos a la gente con la que nos apetecía trabajar: excepto María Ordóñez, que salió de unas pruebas, los demás son actores con los que sabíamos que íbamos a estar a gusto. Nos hemos rodeado de gente cercana pero muy valiosa. La coreografía la hace Chevi Muraday, que es Premio Nacional de Danza y es alguien a quien queremos y admiramos. Le pedimos también a Asier Etxeandia y Tao Gutiérrez que nos hicieran la música porque nos gusta muchísimo lo que hacen. Asier, por cierto, está antes que nosotros [el miércoles y el jueves] en el Lope de Vega con El intérprete.

-Siempre se habla de la matemática de la comedia, y se requiere mucha precisión para que un vodevil funcione.

-Sí. La comedia es un género muy difícil, está muy devaluada frente al drama de una manera muy injusta. Aquí Pep nos impone un ritmo muy frenético, y en los ensayos uno llega a preguntarse si no va todo muy rápido, pero luego ve que es lo que funciona.

-A menudo, para resaltar el valor de un clásico hay que traicionarlo, recortar pasajes que se han quedado antiguos o añadirle conexiones con la actualidad para que el espectador entre mejor en la propuesta... ¿Cómo es este Eunuco?

-Esta es una versión muy libre. Ocurre algo con las obras de Terencio y con casi todas las comedias grecolatinas, que plantean una situación muy divertida pero no las desarrollan. Suelen tener muy poquitas páginas. Aquí hay una comedia de enredo, un vodevil con pasillos y puertas y gente que se persigue, y eso, claro, no estaba en el texto original. Yo no me he sumergido en el teatro de Terencio, porque pienso que el valor de las comedias grecolatinas es un valor arqueológico, no plantean situaciones universales ni personajes tan importantes como el drama o la tragedia. Esos complejos de Edipo o de Electra han influido en la historia de la psicología, y sin embargo las comedias son ligeras, exponen situaciones que se repiten. No hay que ponerse sesudo con eso de que es una función de Terencio, lo que queremos es divertir.

-La música ahonda en esa idea de fiesta que promueven, y El eunuco acaba siendo un musical desenfadado.

-Hay una banda sonora durante toda la función, para las transiciones o las persecuciones, pero luego, cuando los personajes cantan canciones propiamente dichas, cada una es distinta: un tango, un bolero, una especie de salsa. Eso fue algo pretendido, sí. Queríamos que fuera así, una conjunción muy variada, muy alocada.

-¿Se barajó en algún momento la idea de que Asier Etxeandia estuviese en el reparto? Es sin duda uno de los actores del momento.

-Hubiera sido fantástico, pero tenía muchísimos trabajo. Está con El intérprete, con cine, con Velvet... Y el teatro exige un compromiso, en el sentido de que si tienes un volumen de trabajo así tienes que pensarte mucho una oferta. Pero estamos muy contentos, tenemos el reparto que queremos.

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