Comedia dramática, Francia, 2014, 96 min. Dirección: Pierre Salvadori. Guión: Pierre Salvadori, David Léotard. Fotografía: Gilles Henry. Música: Grégoire Hetzel. Intérpretes: Catherine Deneuve, Gustave de Kervern, Pio Marmaï, Feodor Atkine. Cines: Avenida.

Juega al despiste esta comedia dramática netamente francesa en el tono de su retrato de soledades urbanas en torno a un edificio de un barrio acomodado de París.

Allí conviven un puñado de almas solitarias, neuróticas y fracasadas que se miran en el espejo del otro como terapia para salir de su propio aislamiento, allí recrea Salvadori un pequeño y discreto teatro moral sobre la condición humana en los límites que parece apuntar por el camino de la comedia costumbrista y de personajes pintorescos pero que va filtrando poco a poco un poso de amargura y desesperación, sin demasiados subrayados ni mensajes didácticos, entre las grietas de un edificio que funciona como escenario simbólico del desmoronamiento vital.

En el centro de este patio, una Catherine Deneuve desmaquillada y humilde y un físico Gustav de Kervern catalizan las idas y venidas, los altibajos anímicos, de toda una comunidad que parece andar siempre en la frontera de la sociopatía y otras enfermedades de la vida moderna.

La bonhomía y el carácter autodestructivo de uno y los accesos de locura de la otra se compensan en conversaciones a media voz, en escenas tal vez demasiado cortas que buscan ofrecer un pequeño respiradero a unas criaturas heridas.

Salvadori no es ningún estilista y a veces se pierde en el gesto caricaturesco, pero tampoco hay que negarle que sabe ganarse unos materiales inflamables que, lejos de caer en el fácil discurso de la redención o la autoayuda, apunta maneras de fábula con más visos de realismo dramático que de comedia de mero entretenimiento para públicos burgueses de mediana edad.