Crítica de Cine

Las trampas de la memoria

Eneko Sagardoy.

Eneko Sagardoy. / luis tejido /efe

Por algún lado he leído que esta es una película sobre "la memoria histórica" y, claro, me he puesto en lo peor. Pero no, no es eso exactamente, aunque tampoco mejor. Cuando dejes de quererme aspira como mucho a ser un thriller en varios tiempos a propósito de un padre desaparecido cuyo cadáver es descubierto treinta años más tarde y las pesquisas de su hija, ahora en Argentina, por intentar descubrir los motivos y los autores del asesinato.

Quien haya hablado de "memoria histórica" tal vez ha confundido el trasfondo vasco de finales de los sesenta, los primeros pasos de ETA, la presencia de la Guardia Civil franquista y otros detalles de contexto de época como elementos determinantes (que no lo son) de una trama que tiende siempre a la confusión, a una poco afortunada mezcla de tonos y a sacarse ases de la manga a cada nueva conversación entre sus protagonistas.

Tampoco le funciona demasiado bien al debutante Legarreta la fórmula de la co-producción hispano-argentina, o más bien la manera en que ensambla, con evidente desequilibrio, un elenco y unos modos interpretativos dispares. Si Flor Torrente encarna con escasa credibilidad dramática a la hija que busca y quiere saber, el padrastro Eduardo Blanco o el corredor de seguros ayudante (sic) que interpreta Miki Esparbé fuerzan la película hacia extraños derroteros cómicos e incluso románticos que diluyen cualquier tensión por desentrañar el crimen más allá de lo contraproducente.

Cuando dejes de quererme aspira así a tocar muchos palos, a enredar más de la cuenta y manejar varios registros confiando demasiado en un guión caprichoso y en un espectador que no se haga muchas preguntas sobre sus trampas e incongruencias.

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