Cultura

"Los verdaderos republicanos sabían que no hay cambio social sin cultura"

  • El autor edita su primer ensayo, 'Málaga, paraíso perdido', para recorrer los años convulsos que van del fervor industrial del XIX al estallido de la Guerra Civil

Hubo un tiempo en el que Málaga soñó con ser vanguardia, modernidad y bandera del progreso. Aquella nebulosa unió los deseos de una burguesía poderosa y de una masa de obreros "combativa". Tras la pujante industrialización de principios del XIX devino "un proceso de degradación" que culminó en la entrada en febrero de 1937 de las tropas franquistas. "Ahí cae el telón y empieza otra historia". Antonio Soler ha querido relatar esta evolución histórica en su primer ensayo, Málaga, paraíso perdido, que forma ya parte de la colección Ciudades andaluzas en la Historia, editada por la Fundación Lara.

-¿Cómo encajó usted este encargo y qué trabajo le supuso?

-Me pidieron que relatara un periodo de la historia de la ciudad y yo elegí éste. Quise contar cómo esa modernidad no llega a ponerse en marcha, y ese paraíso del que se habla nunca llega a ser realidad.

-¿Cómo fue esa primera etapa de efervescencia social y cultural?

-Conocía bien los movimientos obreros, el nacimiento de las ideologías, fue una época de mucha ebullición. El carácter de Málaga, su personalidad está ahí muy acentuada, explica muy bien la Málaga de hoy, urbanística, cultural y socialmente. Somos herederos de esos movimientos.

-En esa época de esplendor la agricultura, la industria y la banca marcaron el curso de la Historia...

-Sobre todo la agricultura, basada fundamentalmente en la uva y sus derivados: vinos, pasas... De hecho, cuando se empieza a montar la industria siderúrgica, una de las finalidades era hacer aros de hierro para los toneles de vino. Se producían en tal cantidad que pensaron que era más barato construir aquí una siderurgia. Empieza a crearse la primera en Marbella, luego viene a San Andrés y después la industria textil, de tal forma que se crea en Málaga un foco que atrae a mucha población de fuera. En ese contexto histórico hace que se creen unos núcleos de obreros con mucha conciencia política. Es una ciudad muy combativa y rebelde, que no se conforma con lo que le ofrecen los grandes patronos.

-Un movimiento paralelo al de otras urbes...

-Eso era algo que yo quería contar en el libro, no hacer sólo una crónica de lo que está ocurriendo en Málaga, sino explicar por qué eso es así, y para ello continuamente llevo al lector a referencias nacionales e internacionales. Los anarquistas malagueños, que tuvieron una gran importancia, no crecen por generación espontánea sino que forman parte de los movimientos que se están produciendo en ciudades como Barcelona, por ejemplo.

-Usted subraya como algo crucial el abismo entre una clase y otra...

-Durante la guerra de Marruecos, Málaga es el puerto de salida y de entrada de los soldados. Es una guerra tremendamente popular que ahonda en esas diferencias de clases. Pagando unas cuotas, la alta burguesía libraba a sus hijos de ir a la guerra, unas cuotas altísimas que no podía pagar el resto. Y Málaga es testigo de todo eso, y de cómo vuelven, algunos soldados ilesos, pero otros metidos en cajas, mutilados o con ataques de locura. Hasta el punto que se decide que ya no es puerto de embarque porque la gente era muy combativa y eligen Almería, menos concienciada y motivada.

-¿Cuánto hay de ese inconformismo y cuánto de indolencia en la Málaga actual?

-El inconformismo forma parte del carácter malagueño, y eso está muy bien. La no obediencia implica crítica y cuestionar lo que llega de arriba, no aceptarlo como dogma de fe. En esa época era lógico porque los grandes patronos a veces hacían que los obreros vivieran en unas condiciones infrahumanas gracias a las industrias que montaban. Es el nacimiento de los movimientos, en principio igualitarios: del socialismo, el anarquismo. Es una radicalización que corresponde a una gran desigualdad social. Ten en cuenta que Málaga era la ciudad con el mayor índice de analfabetismo de España.

-¿Lo de la indolencia y el pasotismo es un tópico entonces?

-Málaga siempre ha sido una ciudad desvertebrada, tierra de muchos furtivos, gente emprendedora pero de un modo individualista. En el plano colectivo hay bastante descreimiento y de ahí viene una cierta indolencia, falta de fe en que los movimientos sociales tengan alguna función y eficacia. Es una actitud.

-¿Hasta qué punto esos episodios han afectado a la ciudad que hoy contempla ?

-Conviene conocer el pasado para situarnos en el presente, sobre todo cuando es un pasado tan cercano y que ha marcado tanto la época actual. El diseño de la ciudad es el que se hizo en esa época. La construcción de la calle Larios fue un proyecto de una familia que, de pronto, decide hacer una calle para la ciudad y acaba con lo que antes era un foco de infección, de calles insalubres por donde nacen muchas de las epidemias que invadieron Málaga.

-En el libro rescata un frase de Salazar Chapela: "Málaga ya no la salvaba ni Pablo Picasso", ¿había algo de verdad en la ocurrencia?

-Esa frase va con mucha retranca y es una crítica contra Picasso, que tiene su punto de razón. Él fue nombrado director del Museo del Prado pero nunca puso un pie allí. Salazar está viendo el abandono de Málaga, que finalmente no es una plaza defendida militarmente de un modo fuerte por la República. Esa frase va por ahí y también por esa ausencia de Picasso de España y por su militancia comunista, pero comunista en la distancia.

-¿Málaga es paraíso perdido también en esa aspiración a convertirse en ciudad cultural?

-Lo de Málaga 2016 fue un proyecto totalmente fallido por parte de las instituciones. Se tenía que haber explicado a los ciudadanos en qué iba a consistir y qué importancia tenía, que la tiene. Explicar que la cultura es una fuente de riqueza y que puede ser una industria de la que puede vivir mucha gente, y que ayude a la vez a elevar la conciencia cívica. Es una aspiración que viene de mucho tiempo atrás. Los verdaderos republicanos, los socialistas moderados hablaban de que jamás habría una verdadera transformación social sin educación y cultura. Y hoy sigue teniendo el mismo valor.

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