Cultura

La vida coronada

  • Felipe Muriel traza una panorámica de la poesía de Pablo García Baena en 'Mientras cantan los pájaros', una antología publicada por la mítica colección Letras Hispánicas de Cátedra

"Lo importante es la vida y la poesía es lo que viene luego, lo que viene a coronarla". Esta confesión de Pablo García Baena se recoge en la extensa -y acertada- introducción de Felipe Muriel con la que nos recibe la antología Mientras cantan los pájaros. Funciona como excelente panorámica de las constantes del más alto poeta español vivo. Mientras cantan los pájaros recorre toda la obra de Pablo García Baena, incluyendo un poema inédito -El verano, "el tiempo de la dicha", estampa sutil en consonancia con sus escrituras más recientes- y unos pocos textos exentos.

Un único pero: quizá el título no resulte del todo acertado, forjando una impresión limitada de la poesía de García Baena -toma el de su segundo libro- y acotándola a sus libros primeros. Ese ruido idealizado apenas se escucha en su discurso: sí la música que sirve como ideario de un autor -lo apunta Muriel-"poco dado a declaraciones programáticas". Porque "tal vez sea la música,/ igual a esa palabra almenada,/ sólo misterio y precisión", reflexiona el personaje del poema El concierto -en Los Campos Elíseos (2006)-, acaso el mismo que el "joven violinista" del rondel de hace décadas -en un poema de Junio (1957)-, y reflexionaría el autor, siempre biográfico y nunca autobiográfico.

Felipe Muriel fija tres bloques en su introducción: uno que apela a la biografía del poeta, otro brevísimo en torno a sus "ideas estéticas" y un último epígrafe, el más extenso, en la que analiza cada libro y traza un ejercicio de correspondencias entre ellos. Con un tono didáctico, quizá debido al rumbo de la propia colección, Muriel repasa la trayectoria vital de Pablo García Baena, deteniéndose con intensidad en los años en torno a Cántico; la etapa posterior ocupa unas pocas páginas. García Baena dirigirá la revista junto a Juan Bernier y Ricardo Molina; a ellos se sumarán Julio Aumente, Mario López y -en la órbita durante la segunda época- Vicente Núñez. "La revista nacía en aquel momento tan atroz", evoca Muriel, "con la necesidad de cantar la vida, la belleza frente al grito desgarrado del tremendismo y la poesía de cartón piedra de los garcilasistas". Su apuesta por el compromiso huyó del discurso explícito, sencillo, y avanzó de la estética a la ética, desde la complejidad del lenguaje y la conciencia del trabajo con las palabras y las imágenes: ocurre también en los poemas del propio Pablo.

Coherente y fiel "a unos principios estéticos", en palabras de Felipe Muriel, García Baena se ha definido en más de una ocasión como un poeta -qué paradoja- "realista"; de hecho, el antólogo subraya que "encuentra la inspiración inicial en la realidad visible". Su decir enlaza con una tradición hispánica que parte de Luis de Góngora, respira en Rubén Darío y estalla con Federico García Lorca; Pablo García Baena la despierta durante la posguerra. En sus poemas nunca falta vida. Escoge tiempo para ellos -el de la juventud o de los "canos jubilados de Holanda", que escribiría en el inmenso Bobby-, escoge lugares -fija la referencia en Córdoba, evoca otros como pasado o como símbolo, en muchas ocasiones los vincula a quienes los habitaron-, los ancla a cuanto ocurre y observa y, al contar y cantar, significa más. "Había un vaso de lilas/ pintadas, goteantes/ en aquel lienzo de la Frick Collection./ No eran las que compraba/ mi madre, recién alba,/ en el huerto de Cobos./ Mas olían a infancia y a pupitre,/ abriendo alguna puerta/ a ese país secreto, amargo y dulce", leemos en Museo.

El apogeo y el fin de Cántico, su relación con los escritores de la revista malagueña Caracola, la mudanza en 1965 a la Costa del Sol, la recuperación por parte de Guillermo Carnero y los poetas novísimos... Esas diversas etapas vitales coinciden -también- con las diversas etapas de escritura de Pablo García Baena. Felipe Muriel especifica dos en su prólogo, "una de formación y otra de madurez", señaladas por su mudanza a Málaga. Yo percibo una distancia cierta y lógica entre los poemas de Antes que el tiempo acabe (1978) y Los Campos Elíseos -el libro, junto a Fieles guirnaldas fugitivas (1990), representado con mayor generosidad en esta antología-, y entiendo tres momentos diferentes: ese inicial, ligado a Córdoba y a Cántico, y previo al silencio de los primeros años malagueños; el de la vida que se exprime porque se escribirá más tarde, y que coincide con la etapa feliz en Torremolinos y los primeros estudios y galardones; y el último, el de la creación parsimoniosa, los homenajes y el regreso a la ciudad natal.

En los poemas de Pablo García Baena que Felipe Muriel ha reunido en Mientras cantan los pájaros, no importa cuándo se escribieron, laten la tensión entre lo sagrado y lo profano, el empeño en la belleza y el deseo, la relectura y la redefinición de la historia, la conciencia de la propia escritura para contar la vida. Para quienes le hubieran leído, esta antología sirve para comprobar la coherencia de una poética que brilla en la segunda mitad del siglo XX, y que desde el XXI se percibe siempre contemporánea y lucidísima. Para quienes se acerquen por vez primera a García Baena, Mientras cantan los pájaros sabe a deslumbramiento: el de que lo importante es la vida, y lo importante es la poesía escrita desde ella.

mientras cantan los pájaros. antología poética (1946-2006)

Pablo García Baena. Edición de Felipe Muriel. Cátedra. Madrid, 2015. 496 páginas. 17 euros

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