Todos tenemos un conocido al que nos llevamos huyendo todo el año. Puede llamarse pelmazo, tío jibia, plasta, paliza o tía loca. Él (o ella) no se da cuenta de que tratamos de darle esquinazo a toda costa, por lo que no ceja en sus pretensiones. Como es de esperar, en feria nos llama hasta agotar la batería de su móvil, y cuando esto sucede, pide uno prestado para insistir. Luego podemos decirle que no oímos su llamada por estar bailando Explota, explótame, expló, que se nos olvidó el móvil en casa, que se nos cayó en una jarra de rebujito, que se lo llevó un perro en la boca y otras excusas que, por más imaginación que tengamos, acaban agotándose. No desespere. Le propongo aquí una solución final que le hará librarse de su acosador, al menos durante unas horas: invéntese una caseta.

Sí, tal y como lo oye. Quede con él (o ella) en una caseta que no existe. Puede crear una hermandad ficticia, como la del Santísimo Cristo del Pelotazo, algo que empiece por "Amigos", dígase Amigos del Lambrusco o la de la Castro, que si bien estuvo en la feria durante años, hoy es historia. Sin embargo, de entre todas las posibilidades, yo me quedo con la caseta de Cuarto Milenio. Cuando usted le diga el nombre, su interlocutor, extrañado, pedirá indicaciones sobre su ubicación. Es el momento de decirle que está entre dos puntos opuestos del recinto ferial, como por ejemplo, la caseta del Diario de Jerez y la de Afanas. Y que la busque. A partir de ese momento tendrá un largo rato para disfrutar con sus amigos, y con un poco de suerte no verá al petardo (o petarda) en toda la noche. Eso sí, le llamará y le mandará mensajes de wasapp cada tanto, a los que usted responderá, sin inmutarse: "No. No nos movemos. Te seguimos esperando aquí, en Cuarto Milenio".

Al día siguiente Don Pelmazo (o Doña Pelmaza) le volverá a llamar, inquiriendo el porqué de la elección de caseta tan peregrina. Tanto, que no pudo encontrarla. Por eso, frente a las otras opciones, me gusta Cuarto Milenio, ya que permite alegar bizarras razones que explicarán lo bien que lo pasamos y en otros casos levantarían sospechas.

UN PASEO PARANORMAL POR CUARTO MILENIO

Uno de los dos servicios es en realidad una puerta dimensional. Así que esa señorita ataviada de flamenca que entró hace tres cuartos de hora no va salir, ya que está en una realidad paralela. Quizás vuelva en la Feria del 2765, con la misma edad y el vestido de ahora, aunque no creo que para esas fechas aún les quede a sus amigos fino en la media.

Entre rumbas y sevillanas, se alternan en el hilo musical las psicofonías. No sabe lo divertido que resulta dar botes mientras una voz ronca y lejana invoca a Satanás.

En las paredes de lona, aparecen, de tanto en tanto, retratos misteriosos, al modo de las bizarras Caras de Bélmez. La última vez pudimos ver el rostro de Betty Missiego junto al de Paco Gandía.

Cada tanto, hay un fenómeno polstergeist y empiezan a volar sillas, mesas y demás objetos contundentes. La última vez que estuve el fenómeno empezó cuando alguien le tocó el culo a la novia de un tipo duro.

Y a la hora de pagar, no le digo nada. La tortilla cuesta 8 euros. Usted da un billete de 50, y cuando pide la vuelta, le dicen que ha desaparecido. Ya se sabe. Cosa de los espíritus.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios