Lamentablemente, la investigación más seria que se ha hecho hasta ahora sobre los abusos a menores en la Iglesia Católica la está realizando el diario 'El País'. No se entienden la pasividad y las reticencias -las disculpas- de la Conferencia Episcopal Española para conocer a fondo estos hechos. Parece que tienen miedo a toparse con el alcance real de la verdad. Contrasta esta actitud con la de otras iglesias como las de Irlanda, Francia, Bélgica o Australia que han llevado a cabo exhaustivas investigaciones, en algunos casos encomendadas a personas independientes. Las cifras son aún poco precisas -a El País se han denunciado 611 casos y 1.246 víctimas en las diócesis españolas- pero lo cierto es que, cuanto más tiempo se esté en la actitud actual más crecerá la estupefacción social y la vergüenza y desprestigio de la propia Iglesia, que parece haber olvidado aquello de "…A quien escandalizare a un niño/a, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino y lo hubieran echado al mar". Frase evangélica hoy profética.

También el estado debe actuar. Ante las negativas y las inexplicables dudas de unos y otros, se percibe una vez más que la mano del franquismo es alargada y, a veces, parece que continúa la incoherente simbiosis iglesia/estado.

Creemos sinceramente que el conocimiento de lo ocurrido debe servir a la Iglesia para reflexionar - todos, no solo el clero - y cambiar una serie de cuestiones que, aunque aisladamente ninguna lo explica todo, sí crean un marco inapropiado. Nos referimos, por ejemplo, al papel y la consideración actual de la mujer en la iglesia, a la imposición del celibato forzoso y a la necesidad de una aproximación distinta, alegre y libre, a la sexualidad entre adultos. Y, también, a la selección de los aspirantes al sacerdocio.

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