Análisis

santiago cordero

Aitor, el ángel

Su actitud ante la adversidad nos sirve de ejemplo para enfrentarnos al fracaso

El fracaso forma parte de nuestras vidas. Unas veces son nuestros errores, otras las circunstancias que nos rodean o la mezcla de ambos. La vida te sonríe, todo va sobre ruedas y un día, sin esperarlo, te ves hundido en el barro. Tengo que reconocer que me he emocionado esta semana cuando vi el vídeo en el que Aitor aparece dando unas pataditas a un balón junto a su recuperador. Este joven jugador de los Marianistas que sufrió la amputación de su pierna el pasado 3 de mayo de 2018, cuando él y su padre fueron arrollados por un tipo que conducía borracho. ¡Cuántas emociones enfrentadas al verlo reír, saltar, andar y golpear de nuevo un balón!

Nos tiramos la mayor parte del tiempo discutiendo que si Messi o Cristiano, Madrid o Barça, LeBron o Curry, Pep o Mou, cuando todo es mucho más sencillo, más simple. Se trata de la pelota, de disfrutar viendo jugar o jugando nosotros. Cuando todo nos rueda bien, la mayor parte del tiempo, no somos capaces de gozar ni un pequeño porcentaje de ese bienestar. Luego, cuando tropezamos llegan los lamentos y aquello de 'cualquier tiempo pasado fue mejor', que Jorge Manrique acuñó, sin llegar a comprender, al menos en un primer momento, que lo mejor debería estar por venir.

Aitor, sin quererlo, sin saberlo, solo con la forma en la que ha afrontado esta tragedia, nos enseña lo sencilla que debería ser nuestra existencia. Ante la adversidad más extrema, solo toca enfrentarse a ella y tratar de superarla, solo así vuelves a reír y él, a tocar un balón. Lo perdido, perdido está, pero cuando Aitor ha vuelto a golpear un balón de fútbol, nos muestra que una vez superada esa pérdida, hay una joven persona mucho más fuerte, más consciente de sus valores y en el fondo mucho más madura. Su padre le definió como un ángel -los padres somos así-, pero lo que sí es seguro es que es alguien capaz de superar las más duras adversidades que nos puede plantear la vida.

Hoy ni Messi, ni Cristiano, ni Madrid, ni Barça, hoy quiero aplaudir a Aitor y todo su equipo: sus padres, su familia, sus amigos y, por último, a los que le ponen el balón al pie para que Aitor remate a gol, todo el personal médico y sanitario que desde el primer momento le ayudaron.

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