Sabido es que la desintegración del Califato de Córdoba, también conocido por Califato de Occidente, proclamado en el 929 por Abderramán III como estado musulmán andalusí y que representó sin duda una de las épocas de mayor esplendor de nuestra tierra, llegaría poco después de cumplirse el primer cuarto de siglo del primer milenio por la fragmentación que propiciaron los llamados reinos de Taifas, desde la obligada abdicación en 1009 de Hisham y el posterior y turbulento reinado de sus nueve sucesores en el trono cordobés, lo que provocaría la paulatina independencia de las llamadas Taifas de Almería, Murcia, Arcos, Badajoz, Carmona, Granada, Morón, Huelva, Toledo, Valencia o Zaragoza; culminando la desintegración; tras declararse también independientes al ser depuesto el último de los Califas, las restantes 'Coras' o provincias de Al Ándalus, lo cual observado en la distancia de los siglos y analizado desde nuestra manera de ser y proceder, nos plantea seriamente la duda si fue un acierto o por el contrario un grave error la configuración autonómica del actual estado democrático del que venimos gozando hace ya más de cuarenta años sobre todo viendo como tras unos primeros años en los que las autoridades; los cargos públicos; respetaban el protocolo institucional y pronunciado el llamado mensaje de Navidad o Fin de Año ninguno se atrevía a dirigirse a los españoles puesto que ya lo había hecho el Jefe del Estado, en ese discurso habitual por otra parte en prácticamente todos los países del mundo, que aunque tantas veces suene rutinario y repetitivo, forma parte de los usos y costumbres habituales, aunque poco aporte…

Claro que con el paso del tiempo, la voracidad autonómica o del cualquier otro ámbito, los apoyos partidarios nunca desinteresados y los protagonismos personales y los afanes de notoriedad de tantos políticos, de unos años a esta parte el respeto institucional antes aludido ha disminuido en razón directa a todo lo que antecede en este mismo párrafo y por todo el país nos surgen, en las últimas semanas del año, improvisados oradores que buscan su minuto de gloria en los canales de las televisiones de cada autonomía y no digamos en los de cada ayuntamiento, por si fuera poca la propaganda que a diario ofrecen de lo bien que lo hacen y lo buenos que son…

Claro que, si lo negativo de nuestro actual sistema de quedara solo en eso, hasta podría resultar aparte de hilarante, soportable, lo malo es que en este Estado de las Autonomías se han transferido competencias; especialmente en Educación y en Sanidad que deberían seguir gestionadas por el Estado, en búsqueda de una eficacia que ahora no se da, se premia o castiga con las transferencias económicas a los afines o contrarios ideológicamente hablando y se toleran, por conveniencia los homenajes a los sicarios de las pistolas o a los llamados independentistas que, una y otra vez, lanzan sus ataques a la integridad de España, consagrada por nuestra Constitución y no digamos a la figura del Rey y no pasa nada…

Autonomías. ¿Taifas? ¿No les suena el parecido…? Pues no estuvieron en eso muy acertados sus promotores.

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