Pepe Marín

La Belleza de la saeta como patrimonio del arte flamenco

Opinión

17 de marzo 2024 - 00:15

Ignoro si en los diversos medios técnicos existentes hoy para difundir opiniones, comentarios, informaciones de todo tipo, suelen aparecer los trabajos de los muchos colaboradores con que cuentan los medios escritos. Repito que lo ignoro porque mi atención se centra cada nueva jornada en la lectura de la prensa escrita en papel, costumbre que no deseo imponer a nadie –cada uno es cada uno-. Ocurre que cada día suelo encontrar en esas colaboraciones una nueva enseñanza, un nuevo pensamiento, una nueva opinión que suele servirme siquiera como apunte –aparte la enseñanza-, para poner en pie este mi semanal comentario. Estoy seguro que mis amables lectores se estarán preguntando sobre la utilidad de este largo preámbulo para finalmente dedicar atención a la saeta “que tiene profunda raíz gitana”, (García Durán), “que es la garganta y la voz de Andalucía”, (Antonio Gallardo)… Pues todo este prólogo viene a cuento de la columna que, para Diario de Jerez firma semanalmente Carlos Colón y que, la del pasado jueves día 14 llevaba el siguiente título: “Estereotipos añejos, los vuestros”, respondiendo a las asociaciones laicistas por el “posicionamiento de estas al denunciar la propuesta de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía sobre dar a conocer como una actividad complementaria la música de la Semana Santa”, apuntando nuestro feliz informador lo siguiente: ¿mostrar la belleza de la saeta, como parte del patrimonio del flamenco, reconocido por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, es imponer un posicionamiento ideológico? Hasta aquí quería llegar. La saeta es protagonista, va a ser una vez más protagonista durante los inmediatos días de la Semana Santa.

¿Cuántas voces jerezanas han estallado y seguirán estallando en los más insospechados rincones de nuestra ciudad al paso de las hermandades? Imágenes de Cristo, de su bendita Madre, recibirán esos piropos saeteros salidos de voces gitanas y payas que a muchos/as habrán de retrotraer en el tiempo. Voces de un ayer aún cercano como las de Juan Romero Pantoja “El Guapo”, Diego de los Santos “Rubichi”, Manuel “Agujetas”, Eduardo Soto “Sotito”, Eduardo Lozano “El Carbonero”, Manolo Sevilla, Manuel Moneo, María Soleá, “La Paquera”, Curro de la Morena, Manuel Jiménez Rendón “Locajo”, Manuel Carpio “El Garbanzo”, Luis de Pacote, Juana Domínguez, etc., etc., nombres que a no dudar evocaremos –Eduardo “El Carbonero” a las cinco de la tarde de cada Viernes Santo a la salida del Cristo, “Agujetas” a las dos de la madrugada a la Esperanza de la Yedra, “El Guapo” –con su inmaculado pañuelo en mano- en la Plaza de la Asunción---. Después están los de ahora, los más jóvenes, apostados en las calles Larga y Ancha en las madrugadas…

La lista de los de ayer y los de hoy es tan amplia, tan brillantemente amplia y felizmente poderosa que su narración sería prolijo enumerar ya que, siempre quedarían nombres involuntariamente omitidos y que iremos rememorando según vayan pasando días y que a no dudar recuperaremos como en estos momentos hacemos con la reseña de concursos organizados por entidades flamencas como el denominado Saetas en la Calle de “Los Cernícalos” o los pregones flamencos de la Semana Santa de la más veterana entidad flamenca de Jerez con el recuerdo para el autor del primero -que tuve el honor de leer en la Bodega La Concha de González Byass-, Francisco del Castillo.

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