Análisis

santiago cordero

Borrachera de var

La tecnología no está fallando, sino la norma

Amedida que se suceden las jornadas en el calendario futbolístico vamos comprobando como al VAR (Video Assistant Referee) le queda mucho por mejorar para que verdaderamente beneficie al fútbol. En este caso, como es fácil de entender, el hecho de que el VAR falle más que una escopeta de caña no se debe a la tecnología que se usa, sino a quienes usan esa tecnología para tomar y toman las decisiones.

Con lo de los fuera de juego no suele haber problema alguno, la parte tecnológica del VAR, con sus rayitas azul y roja, dejan poco margen de error tanto al árbitro del VAR como el que está pitando en el terreno de juego.

Con lo de las manitas, eso es otro cantar, entre otras cosas porque la normativa vigente no está hecha para beneficiar al fútbol. Es más que evidente que la norma que rige hoy en día tendrá que modificarse cuanto antes, ya que ni jugadores (a los que les obliga a jugar como un robot, de forma antinatural, como si los brazos fueran apéndices desechables para jugar a fútbol), ni entrenadores (que están viendo como el planteamiento de una semana se va al traste por manos que en esencia no lo son), ni aficionados (que terminan desesperados porque el criterio que rige va en contra del espíritu del fútbol), como digo, nadie está contento con la norma, salvo quienes la hayan diseñado.

Lo lógico antes de crear la norma es preguntar a los que se suponen que saben de esto para unificar criterios. Se ha llevado al extremo la imparcialidad que puede ofrecer el VAR, es decir mano es mano, cuando cualquiera sabe que hay algunas acciones en las que o la mano no influye en el juego o es fruto de un lance inevitable que tampoco tiene influencia en la jugada. Pero ahora se pitan todas, muchas sin sentido. El árbitro tiene la misión de aplicar el reglamento e impartir justicia en la cancha. El VAR debería estar para ayudarle, para evitar que cometa errores, pero nunca para robarle su interpretación.

Pero en el fondo, para qué quejarnos tanto y poner el grito en el cielo con los que crean las normas en el fútbol si estamos viviendo algo infinitamente peor en nuestras vidas con esta pandemia que nos ha tocado en desgracia y estamos comprobando en nuestra piel las absurdas normas y medidas que se están implantando para combatir el Covid-19. Se cierran los bares porque en ellos se transmite el bicho; se le pone el candado a la economía no esencial, pero un estanco es esencial; se decreta el cierre perimetral en muchas ciudades, pero muchos deportistas amateurs (que juegan por afición e incluso les cuesta dinero jugar) se pueden desplazar los fines de semanas a otras localidades, mantener contacto directo con los jugadores locales y después regresar a casa. ¡Viva la coherencia!

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