No hacen mucho ruido y se podría decir que pasan casi de puntillas por la tarde del Viernes Santo. Nuestra Señora de Loreto en su Soledad acompaña a sus hermanos con túnica morada de cola. Van con las voces polifónicas y la pianola que el genio de José Carlos Gutiérrez propuso a la hermandad y que remata perfectamente esa 'puesta en escena'. Son cofrades que no necesitan de grandes aspavientos ni demostraciones públicas de lo mucho que quieren a su Virgen de Loreto y, por extensión, a la figura de María Santísima, al pie de la cruz.

Ahora que se había dado un importante paso generacional con la llegada de Eusebio Castañeda Sánchez y su equipo de trabajo, han llegado también los problemas. El otro día lo hablaba con un compañero en esto de la información cofrade. "Posiblemente tenga razón Eusebio cuando afirma que no hay mal que por bien no venga", comentaba. Y puede estar aquí el meollo de la cuestión de los problemas de una hermandad normal con un cura problemático. Ahora Loreto tendrá que salir afuera a buscar su propia identidad desde una sede propia. Acabaron, quizá, los años cómodos. Pero será el momento de sacar toda esa casta noble y de entrega que estos cofrades llevan por dentro y que quizá, por aquello de pasar de puntillas, no han necesitado demostrar a nadie.

Así que gracias a don José Hachero por mostrarnos la auténtica dimensión de esta gran hermandad que tiene en su parroquia, le guste o no. Gracias a la delegación diocesana por facilitarle el trabajo al cura no resolviendo un problema que dura ya cinco años. Que yo creo que ya ha pasado tiempo. Pero muy sinceramente, gracias.

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