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Tras las elevadas rentabilidades obtenidas por la renta variable en 2021, en enero se ha registrado una corrección generalizada, más intensa en los índices asiáticos y estadounidenses. Las bolsas europeas, aunque han mostrado un tono más resiliente, también han sufrido pérdidas.
El factor fundamental que ha explicado el movimiento del mercado ha sido la confirmación de una normalización más acelerada de la política monetaria de la Reserva Federal. El contenido de las actas de la Fed, publicadas a comienzos de año, ha aumentado las expectativas del mercado de un escenario de al menos cuatro subidas de 25 puntos básicos a lo largo de 2022.
Todo ello, en una coyuntura en la que se ha constatado la desaceleración de la senda de crecimiento de la economía global, al mismo tiempo que crecen las tensiones geopolíticas en torno a Ucrania. Los riesgos asociados a la expansión mundial de la variante ómicron y a unos niveles de inflación más elevados y persistentes este año, especialmente por la disrupción de las cadenas de valor y la crisis energética, condicionan a la baja las perspectivas de la actividad económica.
En este sentido, el repunte de la rentabilidad de los bonos ante el escenario de una aceleración del ritmo de subidas de tipos de interés oficiales por parte de la Fed ha provocado un ajuste en las valoraciones de las compañías de crecimiento, con mayor peso en EEUU que en Europa. Así, en EEUU el Nasdaq ha cedido un 9,0% y el S&P 500 un 5,3%.
Por su parte, en la Eurozona se han registrado pérdidas más moderadas, lideradas por el DAX 40 alemán (-2,6%) y el CAC 40 francés (-2,2%). El retroceso del IBEX 35 se ha limitado a un 1,2%.
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