Análisis

José ramón Estévez Presidente del Grupo Estévez

La Covid-19 no debe ser la filoxera del siglo XXI

La pandemia del coronavirus ha supuesto una caída tremenda en las ventas de Vino de Jerez, hasta el punto de que somos muchos los que pensamos que, o actuamos ahora y con la mayor resolución, o la COVID-19 acabará convirtiéndose en la filoxera del siglo XXI. Aquella plaga que asoló el viñedo del Marco de Jerez a finales del siglo XIX incidió en la producción, ésta lo ha hecho sobre las ventas, pero el resultado final puede ser igual de dramático para todo el sector.

'A grandes males, grandes remedios', dice un refrán español… Ese 'gran mal' está aquí y ahora, y el remedio no puede esperar, hay que tomar decisiones ya, decisiones encaminadas a reestructurar el sector, empezando por su propia filosofía, partiendo de la base de que viñedo y bodegas son patrimonio y fuente de riqueza y que, como tales, deben ser preservadas. No podemos seguir con lo que hemos venido haciendo durante años: arrancar viñedo y más viñedo cada vez que el sector tenía un serio problema de excedentes. Llevamos cuarenta años así y a la vista está que no ha dado resultado.

Ha llegado el momento de que el Vino del Marco de Jerez dé un paso adelante y acuda a una cita que tiene pendiente con su historia: no tiene sentido que estemos hablando de que la caída de ventas como consecuencia del coronavirus puede originar unos excedentes de unas 30.000 botas, que lógicamente son un lastre inasumible para ejercicios venideros, y que sigamos introduciendo en el proceso de elaboración de nuestros vinos productos complementarios (básicamente alcohol vínico y mostos concentrados rectificados) que no proceden de nuestra propia uva. Son muchas las voces que llevan años pidiendo que desaparezca esta práctica -la mía entre ellas, pero también las de organizaciones agrarias como Asaja-Cadiz o Coag- y que 'todo el líquido' que va en una botella de Jerez o Manzanilla sea 100% Jerez. Ahora ha llegado ese momento, podemos aprovechar estos excedentes en algo positivo y establecer las bases para el futuro. Es una cuestión de generar valor para el viñedo y para las bodegas y, en consecuencia, empleo y riqueza para la zona, por supuesto, pero poner fin a esta práctica anómala es también una cuestión de prestigio. En este sentido, ha llegado el momento también de que la uva se pague atendiendo a distintos parámetros de calidad: pagos, grado o vejez de las cepas… todo dentro de una apuesta generalizada por la calidad final del vino y no por el volumen, como se ha venido haciendo.

Hay que abordar asimismo toda una serie de temas que podríamos denominar 'periféricos' y que llevan años en la agenda del sector sin que se lleguen a soluciones. Es necesario modificar el Pliego de Condiciones precisamente para fortalecer la imagen de calidad de los productos, modificación que debe realizarse de forma democrática en beneficio de los intereses generales, no de intereses particulares. Los denominados 'nuevos Jereces', la posible ampliación de la zona de crianza a toda la zona de producción o la eliminación definitiva de los graneles -tocados de muerte desde un punto de vista sanitario tras la pandemia- y salir al mercado solo en vidrio, son temas que también tienen que estar presentes en esos acuerdos que sienten la bases de lo que debe ser el Marco de Jerez.

Todo ello lógicamente teniendo muy en cuenta los mercados y en definitiva a los consumidores; sin ellos nada tiene sentido.

Pero esta vez no hay tiempo. El futuro esta vez tiene una fecha tope: el 31 de agosto. La próxima campaña, a 1 de septiembre, no puede empezar con estos temas sin resolver o al menos estar encauzados, no puede arrancar con la losa de 30.000 botas excedentarias. Sería un problema insalvable en el corto plazo para todos los viñistas y a más largo, pero no menos grave, para los comercializadores. Por eso, los agentes tradicionales del Marco de Jerez -viticultores independientes, cooperativistas y bodegas- hemos comenzado a trabajar casi a contrarreloj (por cierto, viendo como otras D.O. prestigiosas comienzan a alcanzar acuerdos), echando en falta la operatividad que da una herramienta como una Organización Interprofesional para abordar estas situaciones, ya que estos temas se pueden hablar y debatir en el seno del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, pero no es el foro adecuado para cerrar acuerdos sectoriales. Por eso, aprovecho para proponer también que el Marco de Jerez se dote a lo menos tardar de una interprofesional.

He usado el adjetivo 'tradicional' para referirme a viticultores, cooperativistas y bodegas con toda la intención. A lo largo de los años han surgido en el Marco nuevos agentes y modalidades de negocio que también tienen que comprometerse con este gran plan sectorial. Estoy hablando básicamente de los 'sherry casks', ya que el hecho de que haya 130.000 botas en envinado para atender esta creciente demanda está claro que ha dejado de ser una anécdota, por lo que de alguna manera tiene que haber un mayor compromiso en cuanto a promoción con un nombre -Sherry- del que tanto se benefician para obtener ese plus de calidad y posicionamiento en el mercado.

Todos tenemos que colaborar en solucionar el problema y todos tenemos que beneficiarnos de dichas soluciones… no tienen sentido algunas voces que también se han oído estas semanas en el sector, planteamientos de corte casi 'eugenésico', si me permiten, apelando a que al final sobrevivirán los más fuertes, "que cada palo aguante su vela", rotundamente ¡no!. Sería una irresponsabilidad y pondría de manifiesto la incapacidad de gestión por parte de los representantes de las distintas empresas y organizaciones. A lo que tenemos que apelar es a un negocio rentable y sostenible para todos, ensalzando lo que de valor tienen dos D.O. como Jerez y Manzanilla: desde la tierra albariza a la uva palomino, pasando por el sistema de criaderas y soleras, todo envuelto en el prestigio de siglos de historia…

Fue, creo recordar en 1997, cuando mi padre, José Estévez, apeló a la necesidad de grandes acuerdos para salir adelante. "No conozco ningún sector que lleve veinte años en crisis salvo el Vino de Jerez", dijo por entonces. Han pasado otros veinte años, algo más, y aquí estamos. Y ahora sí, ahora puede ser la última oportunidad. En nuestra mano está aprovecharla, siendo responsables de ello los gestores y ejecutivos que representamos a las empresas y organizaciones sectoriales, tenemos una gran responsabilidad social y económica, son muchas las empresas, empleados y accionistas, personas que se verán afectadas por nuestras decisiones.

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