Análisis

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San Telmo Business School

Credibilidad y evaluación de los programas electorales

A pesar de las profundas cicatrices causadas por la gran recesión, la economía no está en el centro de los debates electorales. No obstante, comprender, evaluar y discernir las propuestas y sus consecuencias económicas y presupuestarias es una misión casi imposible para un ciudadano medio y también para un economista experto. Los programas económicos son confusos, a veces contradictorios y en todo caso poco creíbles. Se resaltan las propuestas que implican unas mayores prestaciones sociales y un mayor gasto público, pero no se especifica y concreta cómo y con qué se van a financiar. Siendo el déficit y la deuda pública uno de los principales desequilibrios que amenazan la estabilidad financiera, el crecimiento y el empleo, no se especifica el impacto de las distintas propuestas en su evolución. Los partidos retuercen las cifras para que cuadren con sus objetivos programáticos y al mismo tiempo con las exigencias de Bruselas. Las memorias económicas no son creíbles. Ante esta situación el ciudadano no puede votar con la razón, por la opacidad, incoherencia o falsedad de las propuestas, viéndose obligado a hacerlo sólo con la emoción, la ideología o la pertenencia a una determinada comunidad de intereses. Es decir, votando a ciegas.

En el año 2016 la Fundación Transforma realizó un interesante estudio titulado La coherencia económica de los programas electorales. En el planteaba las experiencias internacionales de evaluación de programas electorales por expertos independientes, e invitaba a los partidos políticos a sumarse a esta iniciativa. El objetivo era proporcionar una evaluación objetiva y rigurosa de los programas, realizada por expertos independientes de probada capacidad técnica y científica, desde la perspectiva de su impacto sobre el presupuesto, sobre el déficit y la deuda pública, sobre el crecimiento y el empleo. Dicho estudio sería de dominio público y de fácil comprensión, posibilitando a los ciudadanos conocer las propuestas, así como realizar el seguimiento y valoración de sus resultados. De esta manera el ciudadano podría calibrar tanto la bondad del programa como el cumplimiento y responsabilidad del partido ganador.

Existen experiencias internacionales muy positivas. En Holanda la Oficina Holandesa de Análisis de Política Económica (CPB) viene realizando la evaluación de los programas desde el año 1986. No es obligatoria para los partidos, pero todos se acogen a ella por el prestigio y la credibilidad que les aporta. En el Reino Unido el Instituto de Estudios Fiscales (IFS), prestigioso centro de análisis económico, ha realizado en 2015 la primera evaluación de los programas de los cuatro principales partidos. Los resultados fueron publicados en abril de 2015, antes de las elecciones generales, sirviendo de base para el debate electoral. En España el organismo que podría realizar la evaluación de los programas es la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), de reconocido y creciente prestigio. Lamentablemente hasta ahora ningún partido se ha interesado por una iniciativa que fortalecería la democracia representativa en España.

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