Buscar el riesgo en el deporte se presenta en estado puro en el documental, ganador del Óscar, Free Solo, donde Alex Honnold, personaje peculiar, practica no sólo la escalada con cuerdas, que de por sí es peligrosa, sino ascensos sin más apoyos que los que encuentran los pies con zapatos flexibles, y las manos desnudas. El reto es escalar las paredes casi lisas de una enorme e impresionante roca de granito de 975 metros en Yosemite, Estados Unidos "¿Por qué haces esto?", le pregunta su novia, que no lo entiende ni lo admite, pero tiene que aceptarlo y enorgullecerse de sus hazañas, al igual que su madre, que lo ha visto escalar desde muy pequeño. Él no sabe qué decirle, ni nosotros tampoco encontramos una explicación a un riesgo de este tipo, por muchas vueltas que le den en la película, aunque en ocasiones Alex menciona que es una obsesión, algo que tiene que hacer.

No puede decirse con certeza qué deportes son más arriesgados, y suele depender de si se llevan a o no a un extremo, pues esquiar, surfear, carreras de coches y motos, ir en canoa entre rocas, o saltar, son indudablemente peligrosos -más en unas circunstancias que en otras, como esquiar fuera de pista-, pero también es peligrosa la equitación, boxear, el rugby o el fútbol, que producen muchas lesiones. Sin embargo, nada puede compararse a la escalada libre, donde el riesgo es extremo, y un error por pequeño que sea es fatal, a cualquier altura. Es verdad que se prepara con muchísimo cuidado y hace varias veces la escalada con cuerdas, marcando los puntos más difíciles, los apoyos posibles, y parece como si las manos y pies de Alex estuvieran adaptados para subir paredes, pero todo eso resulta insuficiente ante un posible imprevisto. Enseguida se piensa en el motivo económico, pues muchas personas se ganan la vida con deportes de riesgo, pero en este caso no parece que sea así, aunque el hecho de que se esté haciendo una película le da una implicación claramente comercial. Además, ¿qué pasa si cae?, es la preocupación que se ve en la cara de uno de los directores, Jimmy Chin, ¿la retirarían o presentarían una película donde se filma una muerte en directo?

Cruel optimismo es un libro de la profesora de literatura Lauren Berlant, de hace unos años, en el que entre otras cosas medita sobre cómo se construyen mundos a partir de pequeñas o grandes ambiciones, y se emprenden aventuras -vitales, en negocios- que están llamadas al fracaso. En ocasiones nos engañamos a nosotros mismos, pero en otras se sabe que la probabilidad de que salga adelante es casi nula. Hay decisiones personales que se nutren de la desesperación y de la necesidad -como la que recoge la frase torera de "más cornadas da el hambre", o la que no aspira a la gloria, sino simplemente a encontrar unas condiciones decentes de vida en el lugar al que se emigra-, y otras que son, como dice Alex Honnold, una obsesión que lleva a asumir riesgos por motivos que van más allá de la fama o el dinero, o el cariño a su familia y a su novia. Esto debe formar parte de la naturaleza humana, dependiendo del carácter; es ese afán, dice Lauren Berlant, que nos lleva a interrumpir la banalidad y a movernos, a rebelarnos contra la idea de que estamos ya acabados y no somos capaces de algo más.

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