No dejaba pasar una visita a Jerez sin saludar a los que en ese momento pillara pegando teclazos en la redacción del Diario. "¿Qué tal chavales?", solía decir, con su peculiar forma de hablar y su acento, para después preguntar por las respectivas familias. Un gran tipo. Así era Alejandro Daroca Bruño, colega de profesión, que falleció el pasado Día de Reyes. Siempre servicial, ofrecía su casa madrileña para los que por la capital tuviéramos que ir en alguna ocasión por trabajo o por lo que fuera. También cariñosamente prestaba su sabiduría profesional para cualquier cosa que nos hiciera falta en nuestro día a día periodístico. Amable, siempre, no le vi nunca un mal gesto en todos los días que tuve que tratar con él. Orgulloso de su familia, a la que amaba, siempre venía feliz contando los logros de sus hijas o relatando los quehaceres junto a sus nietos. Un buen hombre al que echaremos de menos y que siempre tendremos en nuestro recuerdo. Descansa en paz, amigo.

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