Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

De izquierda y derecha

Donación a cambio de buena imagen

De los tres a los seis años estuve en el Beaterio con las mojas dominicas. A los seis, mis padres me matricularon en los Salesianos. Ya saben, los niños con los niños y las niñas con las niñas. Me crié entre monjas y curas. Recuerdo aquellos años con felicidad.

Algo comenté al respecto la pasada semana. Cada día son más y más los deportistas que de una manera u otra anuncian que donan y colaboran públicamente para ayudar en la lucha contra la pandemia. Toda ayuda es bienvenida.

Desde la potente campaña de Nadal y Gasol en unión con Cruz Roja, pasando por Guardiola a través de la Fundación Ángel Soler; Messi con el Hospital Clínic de Barcelona; Sergio Ramos y UNICEF; Federer al sistema sanitario Suizo; los Sainz, padre e hijo, que se sumaron al proyecto de Nadal y Pau. Así podríamos seguir, afortunadamente, con una larga lista. El deporte profesional ha vuelto a mostrar su solidaridad. Toda ayuda es bienvenida.

Luego, de mayor, entre otras cosas, estudié la licenciatura de Publicidad y RR. PP. Todas estas ayudas son al mismo tiempo campañas publicitarias de los deportistas. Más concretamente campañas de imagen personal. Es decir, esas ayudas contribuyen a crear una mejor imagen pública de aquellos que las llevan a cabo.

No hay que tener miedo a llamar a las cosas por su nombre. Analicemos por ejemplo el caso más mediático. Amancio Ortega. Podría donar sin que su nombre se diera a conocer, pero no es así. Por lo tanto estamos ante una campaña de imagen. Esto no es ni bueno, ni  malo, pero tampoco es altruismo, porque tiene un beneficio para el donante.

De aquellos años entre monjas y curas me quedó, entre muchas otras cosas, una profunda formación del conocimiento cristiano. La fuente primera y última de este conocimiento emana de la biblia. Estos días, pensando en toda esta gente buena, deportistas o no, que se están volcando con los pobres, ayudando, donando una pizca de sus fortunas, se me vino una frase, que hace muchos años me enseñaron.

“...Cuando, pues, haces limosna, no toques la bocina delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres... Tú, al contrario, cuando haces limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha, para que tu limosna quede oculta y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará”. Mateos 6:2-4.

Por eso, me avergüenzo cuando un político es capaz de poner el logo de su partido en unas mascarillas y donarla a colectivos necesitados. Más aún cuando el político y su partido gustan de sentarse en primera fila de los templos cristianos.

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