Sorprende la resiliencia de la Economía Española ante la incertidumbre política del Brexit, de la guerra arancelaria de Trump y del derrumbe económico y político de Europa. España sigue creciendo con gobiernos débiles e inestables, con incertidumbre frente a las próximas elecciones y con la eterna amenaza del independentismo. Pero tarde o temprano la incertidumbre política acaba dañando las expectativas de los agentes económicos.

La Contabilidad Nacional Trimestral del cuarto trimestre de 2018 confirma la progresiva desaceleración de la economía y el cambio negativo que se está produciendo en las expectativas de inversores y empresarios. En el último trimestre de 2018 el crecimiento interanual del PIB ha bajado del 2,5% al 2,3%. El crecimiento trimestral del consumo de las familias, del 2,2% al 2%. La demanda de consumo embalsada durante la crisis se ha ido agotando y la tasa de ahorro ha llegado a mínimos del 4,5%. Pero donde más se aprecia el impacto de la incertidumbre política y económica es la inversión empresarial en bienes de equipo que se ha desplomado desde un incremento trimestral del 6 % hasta el el -2,7% en el cuarto trimestre de 2018. En cuanto al desempleo, el paro registrado se redujo en 167.467 personas en 2018, un recorte del 4,89%, el más bajo desde 2011. La tasa a la que se reduce el paro viene descendiendo desde hace 22 trimestres.

A lo largo de la reciente crisis la Economía Española se ha fortalecido en productividad y competitividad, en comercio exterior y en estabilidad financiera. Los aumentos en la productividad y competitividad se han reflejado en un incremento de las exportaciones y en la mejora de la balanza comercial. La estabilidad financiera, en una mejora de la balanza en cuenta corriente y una reducción del endeudamiento público y privado. Pues bien, estas fortalezas se están desdibujando. Según los últimos datos de la Contabilidad Nacional trimestral la productividad, tras varios años de crecimiento, ha pasado a valores negativos del -0,6% en 2018 y los costos laborales unitarios están aumentando. La pérdida de productividad y competitividad se está reflejando en el creciente déficit de la balanza comercial. Según el último informe del Banco de España la balanza en cuenta corriente, que expresa las necesidades de financiación externa, tras varios años de superávit ha entrado en déficit. En cuanto al déficit público, tras alcanzar el 11% del PIB en el inicio de la crisis, se fue reduciendo hasta el 2,7% a finales de 2018. España ha sido el último país en salir de la estrecha vigilancia de Bruselas por déficit excesivo. No obstante, el BCE en su último informe comenta :"se espera que España, único país sujeto al procedimiento de déficit excesivo, se libre en 2018,no obstante este logró oculta un déficit estructural abultado y creciente".

A la luz de estos hechos no se puede comprender la irresponsabilidad política del abandono de las reformas estructurales, ni la electoral política expansiva del gasto público del actual Gobierno, ni la utopía de algunas promesas electorales de los partidos políticos, diseñadas en un vacío racional, totalmente ajenas a la realidad.

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