No era la primera vez que veía una escena como esa. Tampoco es que sea frecuente, pero ante el gran azulejo de San Judas Tadeo un hombre estaba parado y muy pegado a la pared, de manera que tenía que levantar mucho la vista hacia la imagen del apóstol de las causas difíciles, desesperadas o directamente imposibles. Lo supuse concentrado en una oración antes que interesado en la calidad artística del mosaico instalado casi enfrente de la iglesia nueva del Cristo, pero quién sabe.

Y me quise maravillar de la fe de tanta gente, que cree que con una plegaria puede resolver un problema grave. Es estupendo tener ese consuelo, pero siendo San Judas el patrón de las empresas inalcanzables me dio por pensar que ese hombre, o alguien muy allegado, tendría un problema realmente grave y que, probablemente, ya había pasado ante otras advocaciones o imágenes más a mano, santos solo aptos para tareas más fáciles, como si hubiera diferentes categorías de venerables.

Recordé entonces que en otros tiempos cuando alguien estornudaba, se solía invocar a la buena salud del afectado con la expresión "¡Jesús!" Y que según las ganas o la fuerza del estornudo, el deseante alargaba su invocación a "¡Jesús y María!" e incluso "¡Jesús, María y José!". Mi padre, de talante burlón barroco, añadía "¡… y los santos de guardia!", supongo que para cubrir todo el experto posible de protectores celestiales.

San Judas Tadeo debe de ser, entonces, el santo de guardia permanente, con jornadas eternas de trabajo e inasequible al desaliento, pero ¿qué cosas se le piden, qué milagros se le suplican, de qué tamaño debe ser el favor al que no han podido llegar sus colegas de paraíso? Todo este pensamiento agitado por el calor de un mediodía veraniego me lleva a una pregunta aún más inquietante. Si este gran conseguidor no resuelve la empresa, la pena que nos atosiga, como viene siendo lo normal desde el principio de los tiempos ¿quién nos queda? Después de su oración ante el azulejo adornado con un balconcito con flores, ¿a qué otra imagen bendecida se dirigirá ese hombre? ¿Qué instancia hay después de San Judas Tadeo?

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