Análisis

aNTONIO pORRO

La Diáspora jerezana está de luto

Los Jerezanos de la Diáspora estamos de luto, pues uno de nuestros miembros más queridos se ha marchado inesperadamente, sin hacer ruido, dejando un gran vacío a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo, y apreciarlo.

Mi amistad con Alejandro es de aquellas cosas mágicas que sólo organizaciones tan singulares como la Diáspora pueden conseguir. Una generación y media nos separaba, pero desde que por decisión de Michi Primo de Rivera coincidimos en su junta directiva, conectamos en una bonita amistad; que a él le enorgullecía especialmente, ya que, según me contaba, fue con su padre y mi abuelo, con quien se tomó sus primeras copas de vino de Jerez por las calles de Madrid, cuando casi seguía llevando pantalones cortos.

Alejandro fue buen conocedor del antiguo Jerez, pero también del nuevo. Su inevitable vocación periodística le acompañaba en todo momento, no pudiendo dejar nunca de lado la visión crítica, necesaria para poder informar siempre con la verdad. Gracias a eso nunca se quedó estancado en una visión atrasada de la vida, sino al contrario, miraba siempre al futuro con sensatez y acierto.

En nuestra última berza navideña le echamos mucho de menos. Excusó su asistencia en sus obligadas sesiones de diálisis que últimamente venía tratándose en Jerez. Pero nunca pensamos que no volveríamos a verle porque hasta minutos antes de nuestra celebración estuvo animándonos a través del móvil para que todo saliera adelante, a pesar de las mil y una dificultades de distintos colores que nos encontramos este último año para celebrar un acto sencillo de amistad. Y todo salió bien, y me consta que se alegró.

Le encantaba que fuéramos a verle a su apreciado Club Guisando, donde siempre nos agasajaba con oloroso en su punto. Sus hijas y nietos recién nacidos eran su debilidad. Y no podía evitar sonreír siempre que nos hablaba de ellos.

A partir de ahora nuestras reuniones no serán lo mismo. Echaremos de menos su voz ronca, sus acertados comentarios y su enorme cariño. Pero seguiremos adelante, como él quería, defendiendo Jerez en Madrid, y no dejando que la jerezanía caiga en el olvido. No debemos preocuparnos porque a partir de ahora tendremos un nuevo ángel cuidándonos, eso sí, desde la Castellana.

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