Tenemosuna brecha brutal en materia educativa. Desde que el buenismo igualó a los alumnos (ya no hay buenos ni malos estudiantes) los resultados han caído en picado. El empeño de los políticos en gobernar a cuatro años vista con el único objetivo de salir reelegidos, en vez de hacerlo por el bien de la sociedad y a largo plazo, provoca que estemos empezando a cosechar los pastos secos de las semillas enfermas que se plantaron. De un lado están los alumnos completamente idiotizados por los mensajes nacionalistas en muchas comunidades autónomas, de otro aquellos que, conocedores de que el cinco lo tienen asegurado, no dan un palo al agua, y lo más grave, que haya empresas que tengan que buscar especialistas en otros países porque, en el suyo, en España, no los encuentran. Nos enseña el dicho que no hay mal que cien años dure. Es por ello que los partidos, que son los representantes del pueblo, deben empezar a barajar la posibilidad de afrontar un pacto educativo que garantice que el actual descalabro no se prolonga durante décadas.

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