Sigue gente viviendo en los mundos de Yupi. Un remake gracias a los guiones perielecciones. El domingo pasado había muchas risas y jarana en determinadas sedes sobre las ocho de la tarde. A las nueve o las diez, abrazos y frases rehechas, e incluso a las once de la misma noche ya había manifestaciones, justificaciones y dimisiones.

Mientras tanto a la misma hora del domingo, una niña del hospital de Jerez esperaba desde una semana antes que un pediatra pudiera revisarle un trombo venoso en una pierna. Ese diecinueve de junio se cumplía un año que otro pequeño de Cádiz con problemas de parálisis llevaba esperando una resonancia cerebral. Una enfermera de Riotinto tuvo que dejar abandonado el servicio de medicina interna por ir a votar y no tener sustituta.

Este lunes, después de asistir a parabienes y felicitaciones de los candidatos que han obtenido poltrona se producían tres desahucios de otras tantas familias en la zona sur de Málaga. Antes de ayer, martes, continuaba la lucha encarnizada de un profesor de Córdoba rellenando destinos para una adjudicación en la que seguramente le harán trasladarse al último pueblo de Almería durante el próximo curso y toda la semana sigue siendo testigo de unas oposiciones a Primaria obsoletas y tercermundistas.

Para colmo, en pleno junio, anoche, un autónomo de la zona del Aljarafe llamó a la radio por no poder dormir tranquilo sabiendo que en unos días debe pagar a Hacienda y aún no sabe cómo lo va a poder hacer. Llega también hoy la noticia del camionero que, esta semana, se ha atravesado la A92 cinco veces de este a oeste como transportista y se ha gastado en gasoil más del triple que en varios meses del año pasado. Mientras otros se están reuniendo con coches oficiales, chóferes, aire acondicionado y dietas por desplazamiento para celebrar la victoria. Victoria de qué ante tanta derrota.

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