Si algo recuerdo de las primeras elecciones que se celebraron en España tras la instauración de la Democracia es que eran tremendamente guarras. No quedaba un lienzo de pared en la que no se hubieran pegado carteles. Los partidos, además, tenían la manía (en verdad la siguen teniendo) de colocar los suyos sobre los del rival, lo que ha provocado no pocas broncas en esas noches de cepillo y goma. Pero las paredes, pese a todo, no eran lo peor. Recuerdo que cuando iba al colegio andando (que te llevaran en coche era impensable) de vez en cuando te pasaba una caravana electoral. En primer lugar el coche con el megáfono con la música de la campaña y las consignas políticas a todo trapo. Tras él varios coches desde los que se lanzaba tal cantidad de propaganda que dejaba la calzada y las aceras alfombradas. En algo, hay que reconocerlo, hemos avanzado a mejor. Creo que si algún partido hiciera tales barbaridades hoy lo único que conseguiría sería perder votos.

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