Análisis

Iván Llanza Ortiz

Miembro de la Academia Andaluza de Gastronomía y Turismo

Enoturismo accesible

Con motivo de la celebración del día europeo del Enoturismo me gustaría invitarles a realizar un viaje al interior de una bodega del Marco de Jerez. Antes de comenzar es conveniente destacar que actualmente la 'Ruta del Vino y del Brandy' es la más visitada de España con más de medio millón de peregrinos y que ahora, además de las bodegas, también es posible visitar los viñedos. Por supuesto, y como aficionados a la buena mesa, también es importante mencionar que son innumerables los bares, tabancos, restaurantes y hoteles que ofrecen amplías posibilidades de combinar sus platos con Vinos de la Tierra. Así que no lo duden: organicen sus agendas y vengan a disfrutar con nosotros.

Las bodegas de Jerez, Sanlúcar y El Puerto de Santa María son las grandes catedrales del vino; edificios históricos, de anchos muros, elevados techos a dos aguas, gran número de arcos y ventanas cubiertas de persianas de esparto les esperan. Fueron diseñadas para ser unos excelentes contenedores de temperatura; controlada gracias al manejo sabio de los capataces de bodega se consigue retener la humedad para envejecer adecuadamente estos tesoros de nuestro patrimonio enológico. Botas a izquierda y derecha de los pasillos flanquean al caminante mientras que juegos de luces y sombras se suceden a lo largo de las galerías. Aromas penetrantes, en ocasiones dulces, ahora secos y después sólo madera de roble americano. El eco que se percibe invita a bajar la voz y al recogimiento. Y por si fuera poco, incluso cuentan con una Sacristía, un pequeño rincón de la bodega donde descansan los vinos más viejos, los incunables, donde se conserva a buen recaudo el ADN de Baco convertido en Jerez.

En Osborne, convencidos de que las bodegas son un espacio para el disfrute de todos, han dado un paso más allá y han comenzado a organizar visitas para personas con discapacidad visual.

Esta nueva manera de 'ver' la bodega se hace a través de los sentidos: el tacto, el oído, el olfato y el gusto hacen posible ahora que muchas personas puedan disfrutar conociendo estas catedrales del vino. Unas visitas que nos acercan un poco más a tocar el cielo. Maquetas que recrean bodegas para que se puedan tocar y entender cómo son en su exterior e interior, colecciones de botellas para comprender sus diferentes tipologías y, como no, poder llegar a tocar un Toro de las carreteras a escala para conocer la silueta más famosa de nuestro país les esperan en el recorrido. El enoturismo accesible es ya una realidad.

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