Los creativos del marketing político han puesto en circulación un nuevo palabro que contiene una idea tan vieja como confusa: la España multinivel. Una forma cansina de repetir lo dicho mil veces pero con un ropaje más actual: la rica y diversa España, la plurinacional, la nación de naciones, la federal, la asimétrica y otras tan absurdas como la una grande y libre; la que quiere dejar de por vida y por decreto a nuestras tierras del Sur en un nivel inferior al Norte rico. Pues no mire, oiga. Si no fuera porque tenemos sabido que socialismo significa algo muy distinto a igualdad y solidaridad, el viejo aserto podría colar. A mucho ingenuo le sirve la fórmula.

Que venga de una organización política que dice tener por bandera la igualdad de oportunidades, el no dejar nadie atrás y todas esas afirmaciones tan emotivas como idiotas que inventa a cada rato- la tierra no es de nadie sino del viento o quitarse las mascarillas para ver las sonrisas, maldita la gracia-, podría resultar inexplicable. Pero no lo es. Es la realidad de unas ideas que en sus pilares fundamentales han fracasado pero que se resisten a morir y siguen vivas, pero muy vivas con otros asideros, la mayor parte de ellos infumables.

La España multinivel es la que va a poner 1.700 millones en el Prat mientras en Extremadura no tienen un tren ni de juguete; la que amenaza con un impuesto especial a Madrid pero no discute el Cupo Vasco, la que grita a los cuatro vientos la descentralización, pero cuando a una autonomía se le ocurre bajar su tramo de impuestos recaudando más, habla de armonizar- que siempre es subir- impuestos en todo el territorio. Antes que un país multinivel, prefiero una España nivelada en derechos y oportunidades, una nación de ciudadanos libres e iguales a salvo de estas amebas partitocráticas. Tampoco es tanto pedir. O sí.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios